Al principio, estuvieron una al lado de la otra en completo silencio. Dos desconocidas que solo habían coincidido por los azares del destino que no tenían nada que decirse. Elizabeth no tardó en impacientarse al embriagarse con su perfume de violetas y la saludó:
—Hola—dijo con voz seca y distante, sin verle la cara.
—Hola—respondió Koyuki indiferente.
—Mi nombre es Elizabeth. Trabajo en esta compañía.
—Koyuki—ella sonrió igual que una muñeca de madera—. Soy chelista. —Hablaba en un tono muy lento y remarcaba cada sílaba de las palabras.
—¿No hablas inglés?
—No soy buena.
—¿Enserio? ¿No está en tu top de los seis idiomas que dominas? —preguntó con ironía. Koyuki le respondió ahogando una risa.
—Es mi número cinco. —Continuó la broma.
—En unos meses será el tres. Ah puesto que tu música es el primero.
—Claro, desbancó al Japones. —Elizabeth contuvo la risa por su parte, luego recordó que era su enemiga mortal y no tendría que estarse riendo. —Dicen que es un lenguaje universal.
—Te escucharé pronto, formo parte del equipo de mercadotecnia. Te grabaremos tocando. ¿Vienes por eso?, ¿a firmar un contrato?
—No. Vine porque quiero recorrer la ciudad y ya que Mitzuru-san es la única persona que conozco...
Un pensamiento violento asaltó la mente de Elizabeth, ¿quién le había dado permiso a Koyuki de decirle por su nombre a Mitzuru?
—Ese no es un problema, yo puedo acompañarte—se señaló a sí misma.
—¿Tú?
—Sí. Yo sor Neoyorquina, créeme, conozco esta ciudad mucho mejor que Mit...—se atragantó con el nombre— jefe.
Fue entonces cuando se abrió la puerta del ascensor. Elizabeth ni siquiera echo un vistazo afuera cuando apretó el botón para que volviese a bajar.
—¿Estas segura? ¿No tienes que trabajar?
—De hecho. Mi jefa me envió a hacer algunas diligencias—sonrió forzada—. Debe ser el destino, ¿verdad?
Koyuki dudó un poco, luego replicó la sonrisa en su rostro y asintió.
Por supuesto, todo era mentira. Elizabeth le dijo a Alicia que Mitzuru la había enviado a acompañar a Koyuki y que aprovecharía para recoger las muestras de pasteles para que se decidieran por uno, no esperó que sus compañeros lo tomaran como una oportunidad para encargarle sus muestras también. Antes de darse cuenta, estaba recorriendo la ciudad en busca de globos, termos, calcamonías y postres, todo en forma de dangos.
Para su buena suerte, Ryu las había interceptado en la salida e insistió en llevarlas a cualquier lugar que quisieran ir.
—De acuerdo—le dijo una atareada Elizabeth a la tranquila Koyuki tras entrar en el auto con una caja de diferentes estilos de camisetas —. Lamento mucho el retraso, pero ya solo faltan los pasteles y comienza el paseo.
—Este labial es lindo—mencionó Koyuki probando una de las muestras—. Y huele muy bien.
—Estará en las bolsas de regalos.
—¿En los pasteles venden comida también? Hay que hacer una pausa—le dijo con una mirada centellante— e ir a desayunar a Tiffany's.
Koyuki le dio la orden a Ryu sin esperar respuesta. Elizabeth contestó su teléfono.
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Costo y Beneficio
Romance"¿Por qué he de conformarme con su dinero, cuando podría tenerlo todo? " Abandona, quebrada y embarazada, una joven se ve gradualmente empujada hacia una relación carnal con su jefe a cambio de apoyo financiero, mismo que a su vez, rechaza la idea d...