Capítulo 44: Monstruos bajo la cama

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Puesto que ya sabía que estaría trabajando en la panadería, a Elizabeth no le costó trabajo encontrar a Nico. Y ya que él había encontrado el bolso justo después de la discusión que tuvieron, no dirigió palabra con ella antes de ponerlo a la altura de sus manos.

-Aquí tienes-le dijo tras ofrecérselo-, no tenías que venir, yo planeaba llevártelo.

-Gracias -respondió ella antes de tomarlo. Observo por un rato las costuras sobre la tela, respiró hondo y se giró hacia él.

-Lo siento-la interrumpió Nico cuando ella apenas había abierto la boca -, no debí haberte presionado para que me lo contaras. Son tus cosas, tú sabrás si me las compartes o no.

-No. Tú tenías razón -susurró-. No debí haberte involucrado si ni siquiera iba a contarte.

-Bueno, tampoco es que me obligaras a nada. -Levantó los hombros restándole importancia- Sin embargo, decía la verdad. Me preocupa lo que estás haciendo.

-Si te hace sentir mejor, Mitzuru me fue a buscar a mi departamento y es oficial, ya se terminó.

-¿En serio? ¿Cuándo?

-En la mañana. Me desperté y estaba parado frente a mi cama.

-¿Que cosa? -preguntó con la cara pálida.

-Creo que soborna al casero para entrar-se cruzó de brazos-. Seguro hasta le dio la llave.

-Deberías mudarte de inmediato.

-Ya no importa, como dije, se terminó.

-¿Estás segura?

-En cierto modo, lo hice rogar un poco -presumió-. No creo que lo olvide pronto. Solo voy a entregarle algo que le robé y listo.

-Pero, también es jefe de tu padre, ¿no?

-Sí. Papá no va a molestarse, ya planeé que decirle. Además, él quería cambiarme de trabajo.

-Podrías enviarle eso que quieres devolverle con él, ¿no? -Elizabeth arrugó las cejas ante la actitud extremista de Nico.

-Nico, yo fui la que lo terminó. ¿Por qué te preocupa tanto que me acerque a Mitzuru?

-Ya te dije. A mí no me da buena espina.

-Ni siquiera lo conoces.

-No sé cómo explicarlo, cuando está cerca se me activa un sexto sentido.

-¿Un sexto sentido?

-Como cuando la noche se ve más oscura de cómo debería verse.

-Ok -exclamó burlona.

-Hablo en serio-replicó Nico.

-Admito que, si tiene un aura intimidante, no es como si fuera peligroso. De hecho, es más del tipo aburrido, no creo que pase nada si voy a un edificio lleno de otras mil quinientas personas para encontrarme con él y devolverle algo.

-Bueno, entonces déjame llevarte.

-Dijo que iría a unas juntas hoy. Pero, si quieres, podemos ir el lunes juntos. Iría a su casa, solo no sé dónde vive.

-Perfecto. Entonces, esta noche podemos salir a divertirnos.

-¿Cómo? ¿Tú y yo?

-Claro.

Elizabeth no había pisado un bar desde que descubrió su embarazo. Sabía que bien podía ir sin beber alcohol, solo consideraba un poco triste ir sola.

-Iré -asintió ella.

Y así lo hizo, apenas terminó Nico su turno y se encaminaron a la motocicleta.

Costo y BeneficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora