Último Diario de L

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Me regalaron un diario cuando tenía quince años. Era reconfortante para una adolescente escribir sus pensamientos, sus pasajes, o cualquier tontería que se le viniera a la mente.

Aquí escribí mi primer amor, mi primer beso, mi primera vez. El contrato que hice con una profesión de la que pude sentir sus mieles, los triunfos, los éxitos. Lo que deje de lado por seguir el amor.

En este mismo diario anotaba el nombre de aquel chico que me declaro su amor, aquel día de la graduación.

Anotaba mis miedos y preocupaciones. Las decepciones y alegrías.

Aquella escapada con Felipe. Mi vida en palacio. El nombre de todos los empleados, cuál es su puesto y su función. Que tantos departamentos había en Zarzuela y de que se encargaban cada uno. Las comidas favoritas de Felipe y como se preparan.

En mis últimas líneas, la dicha de saber que me convertiré en madre. Tengo un miedo tremendo a eso. ¿Cómo sabré ser madre? La mía fue excelente trato de hacer lo mejor que pudo con tres hijas rebeldes. Mi padre dice que voy a pagar todas las canas que le saque. Me rei porque fue una broma. Pero me daba miedo imaginar que mi bebé sufriera todo lo que yo sufrí. Seducida por un profesor, acosada por hombres asquerosos, ultrajada por un ex novio.

Es duro ser mujer, porque no vale lo mismo que ser hombre en una sociedad machista y con tantos complejos.

Quería que fuera niña porque así podría criar a una mujer fuerte, con carácter, lista para reinar un país. Mucho mejor de lo que han hecho los hombres.

Felipe decía que le daba igual, solo con que estuviera bien, pero en ocasiones se le iba la mirada de ternura a la ropita de bebé de niña. Cuando nació la bebé de Cristina, Irene, se le llenaron los ojos de esperanza. Dijo que las niñas siguen más a papá que a mamá. Yo seguía más a mi padre así que por ese lado puede que tenga razón.

Pero llegó el momento de despedirme. Felipe dice que si este diario llega a caer en manos equivocadas podría ser un escándalo. Al parecer una princesa no puede mostrarse débil ni mucho menos susceptible, no puede mostrar sus verdaderos sentimientos. En eso Doña Sofía era la gran maestra, desplantes, humillaciones del marido y aún así en las fotografías salía con la mejor sonrisa. Yo no quería ser así.

Quemarlo en la chimenea será como matar a la vieja Letizia, la que calla, la que voltea para otro lado, la que a pesar de todo trata de verle el lado bueno a las cosas, la que trata de mantener la familia unida, aún cuando esa familia no te quiere. Con mi bebé también nacerá mi nuevo yo. Por qué  ya no estaré sola, ahora una personita dependerá de mi, y de mi fortaleza. Jamás volveré a soportar humillaciones.

Me despido de una etapa. Quien sabe, alomejor nos volveremos a ver.

El Día Que Decidí Amarte  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora