Lo primero que pensó Jules cuando vio a Bianca llegar por un lado y a Alban por el otro fue que ya no estaba tan segure de que podría sobrevivir a una tarde más entre los dos. Aunque sus prendas fueran negras, la pareja vestía una luz imposible de ignorar y esta aumentó su radio e intensidad al encontrarse en un abrazo y un beso.
Esa tarde Bianca no usaba una de sus piezas, pero Alban, sí. Sus largas piernas estaban cubiertas por el pantalón bicolor que Jules le había enviado hacía dos días a través de ella. Antes de eso, Bianca le había mandado un vídeo en el que le tomaba las medidas mientras Alban hacía poses graciosas. Sus risas le acompañaron una semana completa.
La pareja se separó para regalarle un abrazo, quedándole solo dos personas por saludar. Una de ellas era baja, tenía el pelo color cereza y los ojos estirados por un delineado negro. La otra tenía el rostro idéntico al de Bianca, pero era de contextura más maciza y llevaba el pelo corto y ondulado cayéndole sobre la frente. El hermano que había mencionado en conversaciones y que, según el mensaje que le envió por la mañana, había planeado esa reunión.
—Jules, él es Ian, mi hermano —dijo ella señalándolo—. Ian, elle es Jules.
El gemelo de Bianca le ofreció la mano al tiempo en que elle se inclinó para darle un leve abrazo. Se alejaron con una risa nerviosa y optaron por saludarse con un simple «mucho gusto». Jules no solía incomodarse con facilidad ni premeditar su actitud, pero se sentía presionado a hacer ese momento tan agradable como fuera posible y no cometer ningún error.
Con Camille fue más fácil, a Jules le bastó notar su acento francés para sentirse acogido entre el inglés que usaba el grupo.
—Tú eres de las mías —dijo señalándola con su dedo índice mientras sonreía. Ella rio y asintió con la cabeza.
—Por supuesto.
Los primeros en entrar a la hamburguesería fueron Ian y ella. El resto los siguió a pasos lentos, que frenaron por completo cuando Alban llamó su atención.
—¡Miren, miren, miren! —Abrió su mochila y sacó una cámara análoga negra—. Me levanté temprano para ir al mercado y buscar una de estas de segunda mano. ¿Qué tal? —Con movimientos exagerados simuló fotografiarlos.
Bianca lo observó como si frente a ella tuviera una entidad a la que le había pedido día y noche un deseo.
—Lo hiciste.
Alban sonrió y le acarició la barbilla. Bianca ladeó la cabeza hacia su mano.
—Te dije que tenía un plan, ¿no? —respondió y miró a Jules—. Le dije que compraría una cámara y tomaría muchas fotos para asegurarme de que nunca pudiera olvidarme.
El corazón se le encogió como si aquello lo hubiera hecho para elle.
Alban lo había llamado «plan», pero para Jules sabía a promesa. Se preguntó si acaso evitaba esa palabra por miedo a decepcionar o porque desconocía su efecto.
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Purplish
RomanceEl primer pensamiento que ocupó la mente de Bianca cuando despertó fue que moriría. Una certeza que iba más allá del conocimiento de que todo lo que nacía, algún día debía marchitarse. Los objetivos con los que escapó de su caótico hogar junto a su...