A Ian le quedaban solo un par de semanas en Francia. Era un plan en el que había estado pensando hacía meses y que decidió concretar cuando Bianca se mudó a Maelstrom.
Sabía que debía irse si quería dejar de ser el niño asustadizo por el que su hermana había dedicado la vida, pero la sangre tiraba con fuerza y le sellaba los pies bajo el cemento cada vez que la observaba y el corazón se le encogía al ver que no había lucido tan pequeña como en los últimos días.
Bianca había enmudecido.
En la infancia había tenido ese tipo de episodios, pero para sus padres no había sido una preocupación al haberse acostumbrado a que de por sí fuera una niña silenciosa. Aunque Ian sabía que algo andaba peor de lo normal cuando sucedía.
Presentía que no solo tenía relación con las noticias que había recibido durante los últimos meses, sino también porque se convenció de que Alban la había dejado por haber estado deprimida.
No tenía experiencia sintiéndose insignificante, pues había crecido siendo su ancla, pero ahora él veía que su hermana nunca se había hundido tanto, ni siquiera cuando consideró los peores planes para su vida. Habría mandado a la mierda todos los que él ya había hecho para empezar una nueva de no haber sido porque ella lo había amenazado con marcharse de casa y no contestar sus llamadas si decidía quedarse.
Le dejó un plato con sopa de verduras en el velador. Bianca estaba escondida entre las mantas de su cama, como se pasaba los días desde que su psicóloga le había dado una licencia médica para ausentarse del trabajo.
—Sé que no es el momento apropiado, pero quiero que sepas que puedes venir conmigo, Bi. Me encantaría que lo hicieras. Luxemburgo es totalmente diferente a los lugares en los que hemos estado y creo que te haría bien empezar desde cero.
El movimiento bajo las sábanas le demostró que había sacado el teléfono para escribir. Un minuto después, el suyo vibró en el bolsillo de su pantalón.
Bianca: Necesitamos separarnos, ninguno crecerá si no somos capaces de hacerlo. Pero prometo que te visitaré.
Era una idea inconcebible para el Ian que se había acostumbrado a dar cada paso junto a ella, a recibir un aviso en el pecho de que no estaba bien y solo tener que ir a la habitación contigua para acompañarla, y a correr a sus brazos cuando respirar se volvía complejo. Pero mentiría si dijera que no quería demostrarse a sí mismo que podía enfrentarse al mundo sin ella. Que podía descubrir quién era sin pensar si la respuesta era compatible con lo que era Bianca. Que podía ser uno y ya no la mitad de alguien más, y adentrarse al camino de posibilidades que eso le abriría.
Contuvo un suspiro y apretó el teléfono.
—¿Y yo dónde puedo visitarte?
Ese mensaje tardó menos en llegar.
Bianca: Todavía no lo sé.
Esa siempre había sido su respuesta. Cuando eran niños y le prometía que algún día huirían, él le preguntaba hacia dónde y ella solo decía: «No lo sé, más allá de Róterdam». El día que estaban en la estación de trenes para cumplir aquel sueño, le preguntó qué significaba exactamente ir más allá de Róterdam y Bianca respondió: «No lo sé, fuera de este país». Y sin percatarse, empezaron a alejarse cada vez más de aquello que los había impulsado a marcharse.
Pero Ian no quería que les ocurriera lo mismo.
—Esta vez soy yo quien necesita una certeza. ¿Me dirás el nombre de la ciudad cuando lo sepas?
Asomó la cabeza, asintió y volvió a usar el teléfono.
Bianca: Te enviaré el pasaje.
Y eso fue suficiente.
Porque su hermana ya llevaba más oportunidades tomadas de las que alguna vez había imaginado. Porque seguiría adelante por sí misma, y porque todos los días reafirmarían que el futuro no era una oscura casa al oeste de Países Bajos, hasta que eventualmente el pasado se difuminaría.
Si la vida se les ha puesto tan difícil que su cerebro los protegió enmudeciéndoles por una temporada, les mando un abracito.
Les adoro 💜
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Purplish
RomanceEl primer pensamiento que ocupó la mente de Bianca cuando despertó fue que moriría. Una certeza que iba más allá del conocimiento de que todo lo que nacía, algún día debía marchitarse. Los objetivos con los que escapó de su caótico hogar junto a su...