Se encontraban en una habitación del palacio. Probablemente la más pequeña del edificio y aun así espaciosa. Sobre una cama individual yacía Gustabo inconsciente. Una mujer de pelo corto y rojizo y que vestía una túnica blanca lo examinaba.
—¿Cómo está, Castro? —preguntó Freddy, que observaba la labor de la mujer desde un lateral de la estancia.
—Te lo diré cuando acabe, ahora sal de aquí. ¿Cuántas veces voy a tener que decir que solo quiero conmigo a los pacientes mientras trabajo? —respondió, señalando la puerta y sin apartar su concentración de Gustabo.
Freddy miró una vez más al rubio inconsciente y salió de la habitación. Allí permaneció dando vueltas delante de la puerta, esperando pacientemente.
Castro era una sanadora que poseía poder celestial, también denominado magia de luz. Era capaz de curar enfermedades y sanar lesiones casi imposibles. Además, era una persona que atendía a cualquier paciente que le pidiese ayuda, sin importar lo difícil que pudiera parecer la solución. Su lema era que lo único que le haría rendirse era la muerte. Mientras hubiese una posibilidad de salvar una vida, ella haría todo cuanto estaba en su mano por ella. Por esa razón, le fue concedido el rango más alto que se le podía dar a un sanador: servir directamente al emperador. Efectivamente, Castro se había convertido en la médica personal del emperador. Sin embargo, nunca había requerido de sus servicios porque no enfermaba, así que ella trabajaba de forma general en el palacio atendiendo a otros pacientes. Todo ello era considerado un gran honor y tenía una buena reputación entre la nobleza, aunque ella misma resaltaba que la mejor parte de su empleo eran las recompensas económicas.
Así pues, mientras ella trabajaba, Freddy continuó reflexionando sobre todo lo que había sucedido en las mazmorras y su posterior conversación con el emperador.
Una vez que Pogo se hubo desmayado, Conway quiso aprovechar para ejecutarlo, pero Trucazo le detuvo. A pesar de lo enfadado que el emperador podía estar, al comandante no le costó mucho esfuerzo convencerlo de que Gustabo podría ser muy útil, con lo cual Freddy supuso que en realidad Conway pensaba lo mismo que él sobre el rubio. Pogo había demostrado ser muy fuerte y, si lograban mantener bajo control a Gustabo, podría convertirse en un arma a su favor. Así pues, el emperador le había asignado a Freddy la responsabilidad de cuidar y supervisar al rubio.
—Especialmente encárgate de que no se vuelva loco y mate a alguien por la cara —le había dicho Conway. A Freddy no se le escapó la breve sonrisa que se dibujó en su cara. No había duda, el emperador había encontrado en Gustabo algo divertido y poderoso para utilizar contra sus enemigos.
Aunque en un principio habían decidido que solo ellos dos serían conocedores del secreto de Gustabo, finalmente le contaron lo sucedido a Castro, pues deseaban saber qué era exactamente Pogo y solo ella podría darles alguna respuesta al tiempo que curaba al joven.
Freddy no podía dejar de pensar en el tema. Fuera lo que fuera Pogo había sido muy astuto. Había demostrado su fuerza jugándosela al mismo emperador y a su mano derecha con lo único que tenía a su disposición: sus propias esposas. Resultaba algo irónico que se hubiese liberado con aquello que le arrebataba la libertad, pero así había sido, una buena forma de mostrarles que nunca podrían encerrarle. Por otra parte, les había dado información importante sobre el encapuchado del bosque y les había dejado con vida. Sencillamente se había asegurado de que no le harían ningún daño a Gustabo.
Aún estaba dando vueltas sobre todo ello en su mente cuando Castro abrió la puerta de la habitación y le indicó que podía entrar.
—De acuerdo, adelante, he terminado —le dijo a Freddy.
—¿Y bien? ¿Qué es? —preguntó este directamente.
—¿Te refieres a qué es este hombre? Pues eso, un hombre, un ser humano normal y corriente —contestó.
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Freddytabo - El Hijo del Emperador
FanfictionJack Conway es un emperador al que todo el mundo respeta. En su pasado sufrió una gran tragedia y solo el conde Freddy Trucazo, el comandante del ejército imperial, sabe cuánto llegó a afectarle realmente. Un día, en un ataque contra los monstruos...