Gustabo observaba fijamente su reflejo en el espejo.
Se encontraba en una lujosa estancia que le habían asignado acorde a su posición de príncipe heredero del Imperio, aunque sospechaba que la hermosa habitación se debía más bien a su relación con Horacio.
Cuando se contempló en el espejo que había en una esquina de la estancia, no pudo apartar los ojos de aquel hombre sucio y apagado que le devolvía la mirada.
Gustabo se asustó al verse a sí mismo, pues no fue capaz de reconocer su propio reflejo. Trataba de distinguir su rostro y encontrar la luz de sus ojos, pero se sorprendió al perderse completamente en aquella imagen que el espejo mostraba.
A pesar de todo el llanto que había derramado en las últimas horas, Gustabo aún sentía que no podía respirar y el nudo en su garganta no se desvanecía ni tan siquiera un momento. Quizá había sido causado por la pena de perder a Freddy, quizá por esa idea que no podía apartar sobre sus recuerdos olvidados o, a lo mejor, podría ser debido a todos los sucesos de los últimos meses que había rememorado de golpe a partir de su pérdida.
En cualquier caso, Gustabo había pasado por tantas cosas que sentía que era una persona diferente a la que había sido y comenzó a cuestionarse su propia identidad.
Lentamente acarició su rostro en el espejo y se preguntó exactamente quién era aquel hombre destrozado sin recuerdos ni esperanzas.
¿Quién era Gustabo García realmente?
Y esa pregunta continuó dando vueltas en su mente una y otra vez.
Incluso cuando minutos más tarde, en el baño, un criado echaba cubos de agua sobre su cuerpo, seguía reflexionando sobre su existencia.
El agua caía sobre él, arrastrando toda la suciedad. Sin embargo, no logró llevar consigo su profunda tristeza y Gustabo sintió que al final acabaría ahogándose en ella.
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La conversación de Gustabo y Horacio se alargó durante horas, en las que comieron, se relajaron y hablaron sin parar.
Gustabo iba vestido con un atuendo que Horacio le había prestado. Era una ropa sencilla y cómoda del tipo que a él le gustaba, salvo por una enorme y abrigada capa con colores carmesí que cubría su cuerpo, dándole aquella apariencia típica de un rey del norte.
Después de su baño y de asegurarse de que Isidoro y Filadelfo estaban bien atendidos, Gustabo y Horacio se pusieron al día, lo cual no fue sencillo. Habían pasado varios años desde que se habían despedido en el pasado y, solo en los últimos meses, Horacio se había enfrentado a una guerra y Gustabo a una nueva vida, lo cual incluía principalmente el descubrimiento de que el mismísimo emperador era su padre y su nuevo hogar en el palacio del Imperio con todas las personas a las que había conocido allí.
Gustabo siempre había sido una persona reservada, pero con Horacio no tenía secretos, a excepción de todo lo relacionado con Pogo, pues sabía el temor que el menor le tenía. Por ello, no le contó nada acerca del cuento, de sus sospechas sobre lo que era, ni de sus conversaciones con Pogo.
Tampoco habló demasiado de su relación con Freddy, sencillamente no era capaz de pensar en él sin derrumbarse. Sin embargo, Horacio no pasó por alto la forma en la que hablaba del comandante, ni cómo evitaba contar detalles sobre aquel hombre o la expresión que hacía cada vez que lo mencionaba.
Gustabo trató de centrarse en uno de los asuntos más importantes que lo habían llevado hasta allí y tuvo que explicar todo lo que sabía sobre el encapuchado, pues era su intención hacer que Horacio y Volkov comprendieran que aquella guerra había sido provocada por una tercera persona que nada tenía que ver con Conway.
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Freddytabo - El Hijo del Emperador
FanficJack Conway es un emperador al que todo el mundo respeta. En su pasado sufrió una gran tragedia y solo el conde Freddy Trucazo, el comandante del ejército imperial, sabe cuánto llegó a afectarle realmente. Un día, en un ataque contra los monstruos...