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Después de la evaluación inicial, Freddy habló con ambos:

—Isidoro, gastas demasiada energía y por eso acabas agotado. Voy a enseñarte a atacar con más cálculo y quiero que mejores tu resistencia. En cuanto a ti, Gustabo, ¿has usado antes una espada?

Gustabo negó con la cabeza y a Freddy le extrañó pues había visto la forma de empuñar el arma y era obvio que tenía algún conocimiento básico.

—¿De verdad? ¿Nunca? —volvió a preguntar.

—No, siempre he usado cuchillos como armas —respondió Gustabo y luego añadió —. Al menos que yo recuerde.

—Está bien, tenemos que trabajar la técnica, pero ha sido un buen comienzo.

—¿No me vas a decir que no use trucos sucios? —preguntó Gustabo alzando una ceja.

—¿Por qué haría eso? Luchar con honor es algo que solo hacen los nobles que juegan con espadas, cuando estés en un combate real y tu vida esté en riesgo, haz lo que tengas que hacer para sobrevivir.

Isidoro y Gustabo asintieron satisfechos con el resultado, lo que no sabían era todo el entrenamiento que aún les quedaba a ambos. Freddy que sí era consciente les sonrió con malicia.

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El día fue agotador. Después de la prueba, tuvieron que dar vueltas al campo de entrenamiento con cambios de ritmo durante dos horas. A continuación, Freddy les hizo hacer ejercicios de musculación y tras el almuerzo se pasaron toda la tarde haciendo los dos movimientos de espada que les enseñó aquel día.

Para cuando llegó el final del entrenamiento, el sol se había ocultado por el horizonte y Gustabo e Isidoro se preguntaban cómo habían logrado sobrevivir a aquel primer día tan intenso.

En cuanto Freddy se despidió de ellos, ambos se dirigieron al edificio de los caballeros con las piernas temblando por el ejercicio realizado durante el día y maldiciendo al comandante.

Cuando llegaron, Isidoro le enseñó la habitación que compartirían a partir de ese momento. Una estancia pequeña, con dos camas y dos armarios uno de los muebles a cada lado de la habitación, dejando un pasillo de separación en medio. Isidoro le ofreció una camisa y unos pantalones algo desgastados, pero limpios.

—Lo siento, es lo único que he podido encontrar —le dijo Isidoro con pena.

—Está bien, ya es mejor que lo que llevo puesto.

Una vez conseguida la ropa limpia, Gustabo al fin se dio un baño y se sintió relajado.

Después, cenó en el comedor junto a Isidoro, que comenzó a coquetear con todas las mujeres que encontraba a su alrededor.

—Lleva apenas un día aquí y ya lo conocen como el caballero putero —le dijo una chica que estaba sentada a poca distancia de Gustabo.

La chica era rubia y tenía ojos claros, parecía mayor que él y hablaba con confianza. Gustabo la miró al darse cuenta de que le había hablado a él.

—Disculpa, no me he presentado —comentó cuando cayó en su error—. Me llamo Kiley Jonhson.

—Gustabo García —respondió.

—Te vi en la práctica de hoy, nada mal para ser tu primer día —dijo Kiley con sincera admiración—. Si sigues así, no creo que tardes más de una semana en salir a patrullar.

—¿A patrullar?

—¡Claro! Primero va el entrenamiento, después te tocará patrullar por la ciudad en el horario que se te asigne. Esa es la rutina hasta que suceda algo o te envíen a alguna misión.

Freddytabo - El Hijo del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora