Gordon dudó hasta el último segundo y cuando clavó el puñal en el corazón de Gustabo, sintió que también acababa de apuñalar el suyo propio.
Sin embargo, toda su vida había tenido el objetivo de convertirse en emperador. Ese era su destino y su promesa. Si se echaba atrás, entonces su misma existencia no tendría ningún sentido y de ahí que su decisión le llevara a apuntar al único lugar que llevaría al príncipe hacia una muerte irremediable.
Así no tendría oportunidad de arrepentirse.
El marqués nunca había estado tan cerca del príncipe y casi parecía que se estaban abrazando. Gordon miró a Gustabo a los ojos, que le devolvía la mirada con una expresión llena de sorpresa, dolor y tristeza a partes iguales. La sangre cálida del rubio resbaló por sus manos a través de la empuñadura del puñal y goteó en aquel suelo de mármol que reflejaba la traición en su superficie de espejo.
Casi parecía que el tiempo se hubiese congelado, pero apenas pasaron unos segundos eternos hasta que el marqués arrancó el arma hundida en el pecho del príncipe y lo dejó caer. Gustabo se desplomó con un golpe sordo, al tiempo que Gordon le daba la espalda y regresaba a las sombras sin mirar ni atrás.
Estaba hecho.
El puñal parecía arder en su mano y supo que aquel sacrificio le daría un gran poder. Aquel arma con la que sería capaz de abrir las mismas puertas del Infierno y con la que acababa de entregar el alma del príncipe, heredero de dos demonios, al propio abismo.
Ahora, James Gordon sería imparable.
Con un gesto, hizo aparecer uno de aquellos monstruos de las sombras que le ayudó a desaparecer delante de todos. Aunque en realidad solo le ocultaba de la vista, su magia del silencio haría el resto y nadie podría atraparle.
Así, logró su objetivo y se marchó inmediatamente al lugar donde tenía preparado todo para realizar el ritual con el que esperaba convocar a un ejército inmortal, el más grande jamás visto.
Sí, James Gordon iba a dirigir a millones de demonios, que unidos a los monstruos de la oscuridad, le llevarían a conquistar mucho más que un Imperio.
Conquistaría el mundo.
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Conway temblaba sin control cuando llegó hasta el príncipe.
Gordon se había desvanecido en las sombras tan deprisa como había aparecido en la sala, pero ni siquiera se había molestado en dirigirle una simple mirada, pues sus ojos no se apartaban de Gustabo, que se había desplomado en el suelo. La sangre fluyó sin cesar desde la herida de su pecho y formó un charco carmesí a su alrededor.
El emperador veía la imagen de su hijo y sintió que estaba volviendo a vivir el mismo instante en el que encontró a Julia sin vida. Estaba tan confuso que ya no sabía ni en qué momento de su vida se encontraba.
Del mismo modo que hizo en el pasado, Jack se arrodilló sobre la sangre y sostuvo a Gustabo con una delicadeza que nunca le había mostrado antes.
—Gustabín, por favor, no... —dijo apenas en un susurro ronco cargado de lamento.
Acarició su rostro y contempló aquellos ojos azules que permanecían abiertos y miraban sin ver el cielo que había más allá del techo de la enorme sala.
Gustabo García había muerto.
El príncipe heredero del Imperio.
Su hijo, su pequeño niño rubio.

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Freddytabo - El Hijo del Emperador
FanfictionJack Conway es un emperador al que todo el mundo respeta. En su pasado sufrió una gran tragedia y solo el conde Freddy Trucazo, el comandante del ejército imperial, sabe cuánto llegó a afectarle realmente. Un día, en un ataque contra los monstruos...