32

528 86 37
                                    

Era más de mediodía y Gustabo continuaba desaparecido.

El ambiente en el palacio se había vuelto tenso. 

Castro había acabado discutiendo con Conway por la forma en la que había llevado toda la situación. Conway se había enfadado con Freddy por su desconfianza e interrupción y había optado por dejar de hablarle. Isidoro también se había enfadado con Freddy (y con todos en general) por permitir que Gustabo hubiese desaparecido así. 

Entre tantas discusiones, Noah apareció para imponer orden y llamó a la razón de todos. 

—Discutiendo no vamos a encontrar a Gustabo —había dicho el subcomandante. 

Gracias a Holliday, al fin se pusieron en movimiento para encontrar al niño. 

Sin embargo, después de pasar toda la noche sin dormir y buscar a Gustabo durante horas dentro y fuera del palacio no habían logrado dar con él.  Encima no podían contar con más ayuda porque el festival mantenía ocupados a todos los caballeros y guardias de la capital. 

Noah, Castro, Isidoro y Freddy se habían reunido en la oficina de la sanadora para planear sus siguientes pasos. Todos estaban agotados y necesitaban un descanso urgente. Así que cada cual se había situado en un asiento improvisado. Noah se había sentado en la silla, tras la mesa de oficina en la que Isidoro se encontraba tumbado. Castro se había acomodado sobre las piernas de su esposo, descansando la cabeza sobre su hombro.  Finalmente, Freddy estaba en el suelo, con la espalda apoyada en una de las enormes estanterías que ocupaban la pared de la estancia. 

Ninguno decía nada. Simplemente estaban allí en silencio, sumidos en sus propios pensamientos. 

Isidoro se preguntaba dónde estaba Gustabo y qué estaría haciendo. Castro reflexionaba sobre lo que podría decirle al rubio cuando lo encontraran y al emperador para arreglar todo, mientras que Noah trazaba planes para convencerlos de que lo mejor era que él mismo junto a su esposa se convirtieran en los padres de Gustabo. Claramente Conway había demostrado que la paternidad era algo que le superaba. 

Mientras tanto, Freddy Trucazo estaba decidido. 

Hacía tiempo que tenía la sospecha de que Gustabo tenía ciertos sentimientos hacia él que iban más allá de su relación amistosa. Aunque el comandante había notado su confusión, sus reacciones eran muy evidentes y tenía que admitir que le resultaba divertido provocarlas. 

Freddy no era Gustabo. Él no había necesitado tanto tiempo para entender que sentía algo por el rubio. Siempre se había definido a sí mismo como "hetero curioso" y su curiosidad por Gustabo sencillamente había ganado con diferencia. 

Fue especialmente en la misión del K Rule cuando se dio cuenta realmente de que estaba enamorado de él. Su miedo a perderlo, la desolación de creerlo muerto y el calor de su corazón cuando apareció en mitad de aquella lluvia de cenizas habían sido bastante esclarecedores. 

La decisión estaba tomada: necesitaba confesarle sus sentimientos. 

Sin embargo, antes de eso, debía asegurarse de aclarar las cosas con Gustabo. No quería ni imaginar qué era lo que estaría pensando de él en ese momento, después de haber escuchado cómo había sido su intención mantenerlo con vida para utilizar a Pogo. 

Así pues, tenía que encontrar a Gustabo y hablar con él, pero no estaba siendo nada fácil. 

Freddy conocía al rubio lo suficiente para saber que cuando se sentía abrumado por las emociones su reacción era la de escaparse y evitar a las personas. Imaginaba que con todo lo que había sucedido entre la maldición, el descubrimiento de su padre y las discusiones habría querido desaparecer y Freddy sabía que si Gustabo no quería ser encontrado, sería casi imposible dar con él.  

Freddytabo - El Hijo del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora