El pequeño Gustabo había estado explorando el palacio durante las últimas semanas.
Era tan grande que siempre encontraba nuevos rincones que no había visto anteriormente y le encantaba encontrar pasillos ocultos y habitaciones antiguas que no se habían abierto durante mucho tiempo.
Los terrenos al aire libre eran tan extensos que Gustabo podría recorrerlos todo el día sin descanso y aun así no habría podido ver ni la cuarta parte de ellos.
Uno de aquellos días, sus pequeños pasos le llevaron hasta un lugar que el Gustabo adulto conocía muy bien, pero el niño lo recibió como un gran descubrimiento: el campo de entrenamiento de los caballeros.
El niño se escondió entre los árboles del bosquecillo cercano y contempló cómo los adultos practicaban con sus armas. Sin embargo, quien más le llamó la atención fue un joven que se había apartado del resto, tenía el cabello oscuro y ojos penetrantes.
No parecía mucho mayor que el príncipe, pero practicaba movimientos con una espada de tal forma que era como ver a un artista en una danza muy compleja. Mantenía una expresión concentrada, pero sus manos mantenían un ritmo ligero y seguro.
El niño no podía apartar los ojos de él e incluso la mente adulta que observaba aquellos recuerdos se quedó hipnotizado con el joven que supo inmediatamente que se trataba del futuro comandante, Freddy Trucazo.
El joven Freddy se percató del niño escondido y, aunque al principio fingió que no lo había visto, aquellos grandes ojos azules que no dejaban de mirarle fijamente acabaron incomodándole.
—Oye, niño, ¿quieres algo? —dijo finalmente.
El pequeño se extrañó por la forma en la que le había hablado. ¿No sabía que era el príncipe? Aquello era algo nuevo. Sin embargo, lejos de molestarse, aprovechó aquella oportunidad, pues su rango había provocado que nadie quisiera enseñarle aún a utilizar espadas debido al peligro que podía suponer para el príncipe.
—¿Me enseñas? —preguntó directamente.
—No —respondió tajante.
El niño rubio infló los mofletes.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero, neno. ¿Te parece suficiente?
—Vale —respondió el niño.
El joven Freddy se extrañó de que no insistiera un poco más. Incluso podría decir que estaba algo decepcionado. Sin embargo, aquella sensación desapareció rápidamente en cuanto vio cómo Gustabo se acercaba con un palo y comenzaba a imitar los movimientos que él había estado haciendo.
—No hace falta que me enseñes, puedo aprender solo —explicó Gustabo.
—Cómo quieras, pituco —dijo Freddy.
Así, cada día durante varias semanas, el niño apareció y comenzó a imitar los movimientos que practicaba el joven. Freddy se rindió y terminó por darle algunos consejos e instrucciones. De esta forma, Gustabo aprendió la base del manejo de la espada, algo que permaneció siempre ahí, incluso cuando no recordaba haberlo aprendido.
El joven Freddy, que había pensado en ignorar a aquel niño rubio al principio, acabó por disfrutar de su compañía y cada mañana se sorprendía de verse a sí mismo esperando cerca del bosquecillo la aparición del niño.
Cada mañana disimulaba su sonrisa al verlo aparecer.
Cada mañana lo observaba de reojo y le enseñaba cómo practicar de forma adecuada.
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Freddytabo - El Hijo del Emperador
FanfictionJack Conway es un emperador al que todo el mundo respeta. En su pasado sufrió una gran tragedia y solo el conde Freddy Trucazo, el comandante del ejército imperial, sabe cuánto llegó a afectarle realmente. Un día, en un ataque contra los monstruos...