18

597 99 8
                                    

Al día siguiente, sin embargo, Freddy sí que encontró una novedad en el condado. Un desconocido seguía a su hermano allá por donde iba y le ayudaba en todo. Le ordenaba sus documentos, le preparaba bebidas y le servía las comidas en las horas correspondientes. Notó que había confianza entre ellos y que hablaban con naturalidad.

Así que Freddy, movido por la curiosidad, entró directamente en su despacho, se acomodó en un asiento y le preguntó mientras cruzaba las piernas con elegancia y señalaba al desconocido, que se encontraba al lado de José María.

—¿No decías que no había ninguna novedad, neno? ¿Y este pituco quién es?

—Es verdad, pues sí que tengo una novedad —respondió José María tranquilamente—. He contratado a un nuevo mayordomo.

—¿Has despedido a Brown? —preguntó curioso.

Brown era el mayordomo que había contratado su padre hacía varios años, cuando aún vivía. Había estado con la familia durante más tiempo del que Freddy podía recordar, así que le pareció extraño aquel despido repentino.

—Descubrí que estaba robándonos —explicó José María—. Fue muy inteligente, se había dedicado a utilizar documentos antiguos de padre para falsificar su firma y su sello, así vendía nuestras posesiones asegurando que eran auténticas y sin dejar rastro.

—Vaya, lo dejamos contratado por su antigüedad aquí, supongo que fue un error —dijo Freddy sin ninguna emoción— ¿Cuánto dejaste que se llevara?

Freddy conocía lo suficiente a su hermano como para saber que debió haber descubierto aquello hacía tiempo. JM era tan astuto y calculador como él mismo, así que supuso que le habría tendido una trampa.

—Lo suficiente para que creyera que no me había dado cuenta.

Freddy sonrió. Sí, no había duda de que su hermano había hecho lo que imaginaba.

—Parece que te has estado divirtiendo sin mí.

—Un poco, usé la táctica del falso mercader, la verdad es que lo disfruté.

El falso mercader consistía en una estafa. JM se había hecho pasar por un comprador interesado en lo que el antiguo mayordomo estaba vendiendo. Las primeras ventas las hizo de forma legal y una vez conseguida su confianza comenzó a utilizar dinero falsificado o promesas sin fundamento. El hombre se sentía seguro pues no dejaba rastro de sus transacciones y era imposible que Freddy, que ni siquiera se encontraba en casa la mayor parte del tiempo, o José María pudiesen acusarle sin pruebas.

Para cuando Brown se dio cuenta del fraude apenas le quedaban cosas que vender, así que fue a por el mercader estafador muy enfadado, dispuesto a recuperar todo y revenderlo. Qué sorpresa tan desagradable se llevó cuando descubrió que aquel ladrón había resultado ser José María Trucazo, que lo esperaba con una sonrisa de suficiencia y todo lo que le había vendido como prueba de sus continuos hurtos.

—Dime que no lo dejaste ir sin más —dijo Freddy, temiendo la respuesta. A pesar de su inteligencia, José María tenía muy buen corazón y siempre trataba de hacer el menor daño posible a los demás.

—No, claro que no, dejé que se marchara casi entero. Le corté una mano como castigo.

—Eres demasiado bueno, al menos deberías haberle cortado las dos, así no podría volver a trabajar.

José María simplemente se encogió de hombros. Luego, hizo una señal al nuevo mayordomo para que se acercara y se lo presentó a Freddy.

—Se llama Rogelio, me ayudó con la técnica del mercader y tiene mi completa confianza.

Freddytabo - El Hijo del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora