—¿Y si hacemos que todo el mundo quiera hablar con Freddy? Sabes que odia que le pregunten todo el tiempo —propuso Gustabo entusiasmado.
Isidoro y Gustabo llevaban ya varias semanas patrullando por la ciudad. En aquella ocasión iban a pie, pues aún no terminaban de controlar del todo bien a los caballos del establo. Gustabo se había estado esforzando mucho cada día por sorprender a Freddy con alguna nueva broma, pero le resultaba muy complicado, pues el comandante se adaptaba rápidamente a la situación y aprovechaba para volverla en su contra. Isidoro solía ayudarle. El problema era que también ayudaba a Freddy, con lo que consideraban que estaba en un bando neutral y simplemente apoyaba a ambos.
Isidoro, en realidad, tenía mucha curiosidad por ellos dos y le gustaba ayudar a ambos para saber lo que cada uno pensaba del otro. Al final se pasaba el día escuchando a Gustabo hablar sobre Freddy y en los turnos nocturnos en los que le tocaba estar con Freddy, este se pasaba todo el tiempo preguntándole por Gustabo.
—Es verdad —respondió Isidoro—. La última vez salió muy bien, aunque nadie esperaba que el emperador visitara el campo de entrenamiento precisamente ese día.
Gustabo e Isidoro empezaron a reír al recordarlo. Aquel día habían estado diciéndole a todo aquel que se cruzaba en su camino que si tenía cualquier problema debía hablar con el comandante Freddy Trucazo. Cuando llegó el final del día, había cientos de personas cerca del campo de entrenamiento buscándolo. Freddy había logrado huir sin ser visto, pero el emperador apareció allí y se enfadó mucho al encontrar tanto alboroto en su palacio. Conway había agarrado una fusta de los establos y se había dedicado a perseguir a todo el mundo pegándole con ella. Con su intervención, todo quedó vacío en apenas unos pocos minutos.
—¡Ya sé! ¿Y si compramos un cargamento de algo y lo ponemos a su nombre? —dijo Gustabo—. Tendría que ser algo inesperado, no sé, del tipo...
—Afrodisíacos —propuso Isidoro con una sonrisa pícara.
Los planes se vieron interrumpidos por la intervención de una persona que apareció pidiéndoles ayuda debido a un ladrón que había entrado en su establecimiento. Así que Isidoro y Gustabo se dirigieron al lugar en cuestión para atender el robo.
Allí, una persona con la cara cubierta tenía un rehén. Llevaba una gran mochila de tela colgada de un hombro y repleta de la comida que había robado en aquella pequeña tienda.
—Está bien —decía la desconocida con voz femenina—. No quiero problemas, solo que me dejen marchar.
—Caballero León, te miro y te esposo —se presentó Isidoro con el apellido de Leonardo.
La mujer lo observó a través de la tela que cubría su rostro.
—¿Isidoro? —preguntó extrañada.
—Genial —resopló Gustabo—. Ya te has liado con una delincuente. Sabía que esto acabaría pasando.
—¡Oye! —dijo la chica— Yo no me he liado con él.
—Aún —añadió Isidoro.
El caballero se acercó a ella, le agarró una mano suavemente y cambió el tono de voz al que él consideraba seductor.
—Si me conoces es porque ya nos hemos visto antes y si no has podido olvidarme es porque nos hemos encontrado cada noche en sueños.
—O igual porque te conoce toda la ciudad... —comentó ella.
—🎵¿Por qué eres tan hermosa y a la vez tan difícil? 🎶 —comenzó a cantar, ignorando su comentario.
Gustabo puso los ojos en blanco. Se interpuso entre ambos y obligó a Isidoro a soltarle la mano, golpeándole con la espada envainada.

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Freddytabo - El Hijo del Emperador
FanfictionJack Conway es un emperador al que todo el mundo respeta. En su pasado sufrió una gran tragedia y solo el conde Freddy Trucazo, el comandante del ejército imperial, sabe cuánto llegó a afectarle realmente. Un día, en un ataque contra los monstruos...