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En cuanto el Rey Demonio se marchó, Castro y Toni se acercaron rápidamente a Conway, que se encontraba semiinconsciente y cuyo rostro se veía excesivamente pálido.

—Rápido, sanadora, debes curarlo —dijo Toni.

Clara Castro parecía asustada.

—Tiene el poder del orgullo. No puedo curarle con mi magia —respondió la sanadora.

—Pues haz algo sin magia.

La voz autoritaria de Toni sacó a Castro de su estado de pánico y trató de concentrarse. Asintió y comenzó a presionar la herida para detener la hemorragia. Sin embargo, ya había perdido mucha sangre y no sabía si podría hacer algo por salvarle.

—No sé si... —comenzó a decir la sanadora, pero Toni le interrumpió con un gesto. El rubio ladeó la cabeza y aguzó el oído.

TOC, TOC, TOC

El sonido amortiguado de unos golpes llegó hasta ellos.

—¿Has oído eso? —preguntó Toni, pero antes de terminar la pregunta se dio cuenta de que el sonido procedía del ataúd.

Entonces fue rápidamente hacia él y levantó la tapa de madera. 

Ninguno de los dos sabría decir cuál parecía más sorprendido. Quizá Gustabo al ver a la persona que menos esperaba ver abriendo la tapa del ataúd. Quizá Toni Gambino que encontró al príncipe que hasta hace unos instantes estaba muerto mirándole con los ojos abiertos y llenos de vida mientras su respiración se podía percibir por el vaho que salía de sus labios en aquel interior congelado. 

—«Este es mi primo» —pensó Gustabo recordando las palabras que su madre le había dicho sobre él. Ella quería que se conocieran y fueran amigos. 

Gustabo movió el brazo y le tendió la mano para pedirle ayuda, Toni ni siquiera dudó en estrecharla y ayudarle a mover su cuerpo rígido con cuidado. 

Se sentó con cuidado y comenzó a mover los brazos para estirar los músculos entumecidos.

Entonces se dio cuenta de su aspecto. A pesar de la palidez mortal de su piel que aún permanecía en su cuerpo congelado, se encontró con la enorme y excelente capa que le regaló Horacio cubriendo el mejor traje que había llevado nunca y notó el peso de una corona sobre su cabeza. 

—«¿Por qué la gente siempre honra tanto a los muertos mientras que nunca reciben nada en vida?» —pensó el príncipe.

—Porque solo la muerte recuerda a los vivos lo que significa la vida  —respondió Pogo.

—«¿Y eso qué tiene que ver?»

Porque hasta que una persona no muere no son capaces de entender su importancia.

Gustabo deseaba preguntar a Toni la situación, pero su voz aún no respondía. Así que comenzó a estudiar el ambiente de aquella capilla en la que se encontraban. Se sorprendió al descubrir aquel dibujo en el suelo que reconoció rápidamente. ¿No era el mismo con el que habían invocado al Rey Demonio en el pasado?  

Una persona cuyo rostro no podía ver desde su posición yacía en el centro del dibujo sobre un charco de sangre y Castro parecía desesperada a su lado. 

El príncipe frunció el ceño. 

Miró al Gambino confuso y señaló en aquella dirección, tratando de preguntar sin voz. 

—¿No puedes hablar? —preguntó Toni. 

Gustabo negó con la cabeza. 

Toni trató de buscar las palabras para explicar lo que había sucedido, pero antes de que pudiera hacerlo su expresión alertó al príncipe, que trató de salir del ataúd con esfuerzo. Su primo trató de ayudarle, pero Gustabo parecía impaciente y es que su instinto le apremiaba para que se acercara a aquella persona herida. 

Freddytabo - El Hijo del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora