En el camino, iba reacomodándome la corbata y el cuello de la camisa que me molesta en el parche sobre el rastreador.
Las únicas veces que llegué a utilizar un traje como este fue por trabajo, es decir, por asuntos de Avang. Jamás me gustaron.
—Nunca la puedes perder de vista —repitió White por tercera vez. Se quedó pensativo un momento—. ¿Sabes conducir? —preguntó algo que debió preguntar hace mucho.
—Sí —respondí.
—Excelente. ¿Tienes alguna pregunta?
—Tengo que cuidarla de Avang —afirmé y asintió, mirando al frente—. Entonces, ¿si se muere por otra cosa, no es mi problema?
Me miró por un instante.
—Cuídala de lo que sea y con tu vida —mandó molesto.
—Solo quería saber —me justifiqué.
Se detuvo en un semáforo, entonces sacó de la guantera de mi asiento un teléfono celular, mismo que me dio.
—Siempre me tienes que responder, pero jamás me llames tú.
Revisé los contactos, el suyo es el único. Eso significa que mi trato es solo con él. La verdad es que el resto del equipo en el departamento me dio un trato muy chocante que solo va a fastidiarme.
Me agrade White o no, él sabe que tratarme con hostilidad va a echarlo todo a perder.
Diez minutos más tarde, entró por la reja que le abrieron a la impresionante casa de la familia Becker. Viendo todo esto, entiendo la envidia que movía las acciones de Avang.
Estacionó frente a una fuente. Me volteó a ver, sin una sola expresión en toda la cara.
—Voy a confiar en que no escaparás —ironizó, porque, además de su voto de confianza, tengo el rastreador enterrado en el cuello.
—¿Me darán el trabajo solo porque tú me recomendaste? —pregunté, desahogando un poco la camisa del traje.
—También te lo tienes que ganar —respondió, quitando mi mano para que no desajustara la ropa.
De no ser por la situación, le habría arrancado todos los dedos.
Nadie me toca sin mi permiso.
Abrí la puerta para salir.
—Val —me habló cuando ya estaba por bajar del auto—, aunque no lo creas, confío en ti.
No contesté nada a semejante estupidez, bajé y cerré la puerta.
¿Que confía en mí? Yo no lo haría.
Lo único que pretendía era salir de la fiscalía, ahora, basta con que me quite el rastreador y me vaya. La seguridad que veo en esta casa está diseñada para que nadie entre, no para que nadie salga.
No parecía haber alguien, ni siquiera el que debió haber abierto la reja, hasta que una mujer salió de la casa, directo a nosotros.
—Buenas tardes —habló la señora como de 50 años. Tiene toda la pinta de ser una empleada también.
—Detective Blanco —le estrechó una mano—. Vengo por la circular del señor Klaus Becker. Solicitó un guardaespaldas y aquí lo tiene —aludió a mí.
La mujer me volteó a ver, para cederme su completa atención.
Comenzaba a molestarme, hasta que sonrió.
—Es la primera vez que veo a una guardaespaldas —insinuó.
—Creímos que la señorita Aurora se sentiría más cómoda con compañía femenina —explicó White.
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Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©
Misterio / Suspenso⛓️ Val se convierte en la guardaespaldas de Aurora, el nuevo blanco de Avang Dhu, la organización que tiene como objetivo asesinar a cualquiera cuya fortuna le venga bien y la misma para la que trabaja Val. Advertencia de contenido sensible ⚠