Capítulo 50

3.3K 327 96
                                    

Recargada en la puerta de mi cuarto, me crucé de brazos.

Levanté la vista cuando fue al sanitario y únicamente se asomó, para ver lo que había ahí.

Llevamos aquí ya casi diez minutos en silencio, es decir, ha estado paseándose, con las manos en los bolsillos y observando, como si no tuviera prisa alguna.

Necesito que se largue pero ya.

Finalmente, tomó asiento en la orilla de la cama, recargó ambas manos detrás y miró al techo.

—Es una casa muy linda —habló—. Te envidio.

—¿Qué quieres? —pregunté de una vez por todas.

No sé quién es ella, es parte de una escuadra y sé que viene por Avang, en cambio, no sé su nombre ni por qué está aquí exactamente.

—Tranquila —musitó—, no eres parte de mi trabajo, solo me hablaron de ti. La hija favorita de Avang, todos sabemos que eres tú —ladeó la cabeza y me recorrió con la mirada—, aunque no muchos te conocen en persona. Solo sabemos que ese cabello es inconfundible.

—¿Qué quieres? —le repetí la pregunta, deletreada.

—Vine a conocerte —respondió con la misma tranquilidad—, y a saber si es en serio lo que estás haciendo.

—¿Qué?

—Trabajas con la policía —apuntó—. ¿Estás jugando al antihéroe?, ¿vas a detener a Avang?, ¿lo vas a matar? —sonrió y enalteció la cabeza—. Cuéntame.

—¿De qué escuadra vienes?

—Adivina —susurró.

Su piel es oscura y debo suponer que tiene el cabello crespo, solo que lleva trenzas, comprimidas y en todo el cabello.

No recuerdo su imagen.

Tengo en mente a por lo menos diez niñas similares a ella.

Y tampoco le escucho un acento, en realidad, todos hablamos igual.

—¿Vienes del sur?

Asintió con esa sonrisa todavía en la cara.

—Ecuador —se puso de pie.

—¿A qué viniste?

Me miró con ofensa dramática.

—Fuimos nosotros los que sacamos a White del juego para que te deshicieras de Lucy y Fer. Trabajas con él, pero, ¿sabía que tú y Elián los tenían? 

No me quita la mirada de encima y lo sé porque yo tampoco a ella.

—«Nosotros» —enfaticé—. ¿Tú y tu escuadra?

Ladeó la cabeza hacia ambos lados.

—Mi escuadra, la de Canadá, Mali y la de India, Irán y Arabia —contestó.

—Avang...

—Avang no nos dijo nada —me interrumpió en un tono serio—. No sabe que estoy aquí y cree que esas escuadras se encontraron con los equipos de rastreo por "accidente".

—¿Qué ganan ustedes con esto?

—Todos queremos algo, Val —se acercó—. Y estoy casi segura de que es lo mismo que tú —bajó el tono, recargó una mano en la puerta, a mi costado, y volvió a escrutarme—. Me dijeron que eres linda... Esperaba algo más.

¿Más? Soy perfecta.

Me alejé de ella.

—No me has dicho a qué viniste —apunté.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora