Capítulo 61

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Creo que el tiempo, es decir, pensar en el 25 del siguiente mes, en realidad ya no importa.

Es lo único seguro que me queda con Avang y sería absurdo que siga pendiente de esa regla que era únicamente para hacer todo el trabajo en un solo día y perder el tiempo el resto del mes.

—¿No tienes hambre? —me preguntó Paloma al ver que mi plato seguía completo, es más, ya se enfrió.

—No.

—Andrea, te ves muy decaída —le siguió Gabriela—, ¿qué pasó?

—Siento que tú sabes por qué el señor no ha salido de la biblioteca.

—Y también por qué Aurora tiene prohibido salir, ni siquiera la dejó ir al colegio —Marisol completó a Ric.

Esta mañana, Klaus le pidió a Aurora que se quedara en la casa, que faltara al colegio y no estoy segura de cómo lo tomó ella, en cambio, el punto es que no saldrá en todo el día.

Pero tampoco puede hacerla faltar mañana, y después y luego el resto de la semana.

Eso la va a orillar a empezar a hacer preguntas.

Klaus prefiere evadirla que mentirle y yo a estas alturas no puedo alimentar más mentiras, no hacia ella.

—No sabemos nada —habló Samantha como si le hubieran preguntado algo a ella.

Ya que las cosas se pusieron mal, no tiene caso alguno que siga aquí. Podría irse por donde llegó.

Cruz entró por la puerta de la cocina.

—Andrea, vinieron a buscarte —me avisó.

—Como si fuera tu casa —masculló Eugenio para sí.

En silencio, me levanté y salí.

El que Samantha no hubiera venido a seguirme los pasos supongo que era porque sabía que la que estaba aquí era Montemayor.

Siempre que nos quieren en el departamento, cada una va por su lado.

La mujer estaba de pie en medio del patio principal, observando la reja.

Al acercarme, volteó.

—¿Cómo estás? —preguntó en voz baja y con expresión preocupada.

—¿Cómo quieres que esté?

Apretó los labios.

—Vine porque sé que no quieres ver a Hernán y sabes que yo entiendo perfectamente por lo que estás pasando.

—¿El qué?

—La sensación de perder a la mujer que amas.

Desvié la vista.

—¿A qué viniste? —fui directo al punto.

—Quería hablar contigo antes de llevarte a la fiscalía, es importante que vayas.

—Ya, ¿qué quieres decirme entonces?

Ladeó la cabeza, mirándome.

—Mejor primero vamos con los demás —indicó. En realidad, lo último que quiero es ir a ese lugar, a verlos—. El equipo de Fray no está ahí —completó y así sí me convenció.

Le avisé a Ric que saldría y, quedándose Samantha, ya no me piden hora de regreso.

No quiero dejar a Aurora, pero también necesito saber qué está pasando allá afuera y no con Samantha respirándome en el oído.

Montemayor me llevó directamente a la gran oficina donde están instalados ahora, los mismos y parece que con mejores recursos inmediatos.

No fue lo primero que vi, pero sí lo primero que mi atención captó; Hernán estaba en una silla, recargado en esta y con los pies sobre el escritorio, además con la cabeza cubierta con su saco.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora