Capítulo 10

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Cuando Klaus llegó, entre Marisol, Ric, Mauricio y yo le dijimos lo que pasó y lo que sabíamos, sobre Aurora. No fue tanto lo que le contamos, sino la preocupación de Marisol la que predispuso al hombre.

Yo tuve que decirle que me involucré ayer cuando una chica la molestaba y eso solo lo empeoró, dando esto como resultado.

—Entiendo que tu intención era buena —expresó una vez que terminé de explicarle, siendo yo la última en hablar—. Pero ninguno de ustedes puede tocar a un estudiante y menos en territorio escolar. Ese sería un problema para Aurora, porque tú eres su empleada.

—No volverá a ocurrir —aseguré.

Un estudiante o menor de edad, esos jamás nos los prohibieron, solo eran "no muy recomendables".

—Voy a intentar hablar con ella y, si quiere otro guardaespaldas, lo siento mucho, pero su comodidad y seguridad es lo primero para mí —se disculpó, para luego dirigirse a las escaleras.

Suspiré.

Para empezar, mi intención solo era conservar este empleo, luego, me van a despedir.

Lo que White no ha de haber considerado es que yo no tengo el perfil para ningún empleo, mucho menos uno donde tenga bajo mi responsabilidad a una persona.

Mi trabajo siempre fue asesinar, no mantener con vida a alguien.

Si terminamos con esto antes de que consiga algo, vamos a volver al principio y mi destino es una celda o una fosa.

Dentro de todo lo que aprendimos con Avang, las habilidades sociales estaban dentro de las estrategias para mezclarnos entre la gente, no para fraternizar con ninguna.

La palabra prohibida dentro de ese lugar era 'enamoramiento'.

Avang dice que hay dos únicos y estrictos motivos por los que aceptaría que nos perdió: Amor y Muerte.

Creo que la primera fue el criterio principal bajo el que nos eligió de entre tantos en el mundo. 

No se preocupa por cosas como esa teniendo como fieles sirvientes a personas que no pueden enamorarse.

Más tarde, mientras cenaba, en silencio, con el resto de los empleados, que Klaus entrara a la cocina provocó que todos se tensaran en un segundo.

—Sigan sentados —indicó sin mucho interés, después se dirigió a mí—. Aurora dijo que mantengas tu distancia, pero puedes conservar tu puesto. Provecho —expresó antes de retirarse.

Maldición, pensé que estaba perdida.

—Creo que le caes bien —Eugenio fue subiendo el tono, hasta casi gritar.

—O sintió lástima por ti —repuso Mauricio, e igual sonrió.

—Yo les dije que era una buena niña —señaló Marisol al tomar asiento.

Siento que, si digo una sola palabra más, lo voy a arruinar. Solamente tomé mi café en silencio.

Luego de cenar, volví a mi cuarto.

Todavía no encendía ni la luz y el teléfono sonó.

Mañana, aquí —mandó White.

—Sí... —contesté. Me recargué en el tocador.

¿Qué pasó? —preguntó.

—... Nada.

Mmm... Lo que sea, lo sabré —amenazó y colgó.

No creí importante decirle que estuvieron a punto de despedirme. Si empieza a pensar que no puedo con esto, tal vez busque otras opciones.

La verdad es que aquella grabación solo nos haría caer a los dos, no hay ninguna garantía para mí.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora