Capítulo 8

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En el departamento, se encontraban las mismas personas de ayer, haciendo lo mismo que ayer; nada.

El que me insertó aquella cosa volvió a suturar la herida. Ahora que saben que intenté escapar, el recelo se intensificó.

—Necesitamos que nos digas todo lo que sepas sobre Avang —indicó la inspectora de antes al inclinarse hacia mí.

Despegué el pecho de la base una vez que el hombre terminó de curarme.

—¿No que lo sabían todo? —me dirigí a White.

—Hay muchas cosas que no sabemos y tú sí —repuso él.

Me crucé de brazos cuando todos me cedieron su completa y total atención. Me hacen sentir como Avang cuando sabíamos que diría algo. Fuera importante o no, con un respiro suyo llamaba nuestra atención.

—Avang es en realidad el nombre de la organización, Avang Dhu —corregí—, pero al que está al mando lo conocemos así porque, siempre que nos enviaba un recado, comenzaban con «De parte de Avang...» y, además, así todos sabemos de quién estamos hablando. Su nombre es Deán, no muchos lo saben. Es un español de 47 años, sin familia, por lo que tenemos entendido, y su sociedad viene de grupos yakuzas que empezaron a expandirse fuera de Asia hace ya varias décadas.

—¿Él es el Manson de su organización? —preguntó uno.

—¿Qué? —sonreí.

—Como la familia Manson —respondió la inspectora.

Entonces, todo este tiempo han supuesto que es una especie de congregación. Eso significa que saben mucho menos de lo que creí.

—La familia Manson —proseguí—, era una secta, un culto.

—Eso lo sabemos —se jactó una voz que no me molesté en buscar.

—Avang Dhu es una organización. Nosotros no asesinamos por placer, tenemos la condición para hacerlo, pero los que se dejan llevar por impulsos y deseos tienen fecha de caducidad.

Si cada asesino serial ha caído es por eso; porque se dejó llevar.

—Los perfiles de las escuadras que hemos estudiado, como la tuya, tienen...

—¿Problemas? —completé a la inspectora, quien no tomó la responsabilidad por un insulto que ella no dijo—. Es lo que Avang hace, usa nuestros defectos a su favor.

—No sabemos cómo fue que él terminó a la cabeza, pero, detrás suyo no hay nadie más —añadió White, hacia ellos, no hacia mí.

—Tenemos contempladas a por lo menos 97 escuadras —se frustró uno de ellos—. ¿Sabes cuántas son exactamente?

Negué.

—No sé con exactitud —respondí, pero sí lo sé.

—Además de Aurora, ¿quién más está en la lista de la escuadra en México en este momento? —me preguntó la inspectora Montemayor.

—Solo tienen uno a la vez —dije.

Hay un solo objetivo por mes para cada escuadra y hay 200 escuadras activas en este momento..., 199.

Uno de los principales motivos de Avang, siendo que este podrido mundo se mueve con dinero, es servicio a las grandes elites, quitándoles del camino a cualquiera que le pidan. Hace más ricos a los ricos, él mismo es uno de ellos.

—¿Entonces para qué quiere tantas escuadras? —preguntó un oficial.

—No le gusta dejar ningún país sin vigilancia, además, donde nos ubica, nos quedamos hasta que él diga lo contrario —contesté.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora