Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©

Capítulo 48

Viernes, 25 de agosto de 2023 (diez meses atrás):

La chica delante del espejo, observó todo de sí misma, desde los tacones dorados y brillantes bajo sus pies, hasta la corona sobre su cabeza.

Volteó y, al verme, rompió en llanto.

—¿Qué hice mal? —preguntó, creo que a mí.

—Nada —respondí—. Eso hiciste mal, no hiciste nada —completé mi respuesta.

Sorbió la nariz al levantar la cabeza.

—... Tengo que irme...

—¿Y lo vas a dejar ganar? —la interrumpí—. Tu cita para el baile te acaba de humillar, ¿te vas a ir así nada más?

Intentó tragarse el llanto.

—¿Qué hago...?

—Sígueme —murmuré y fui hacia la puerta.

Luego de que le dieran esa corona, su novio rompió con ella solo por no querer bailar delante de todos los invitados.

La humilló.

Subimos al balcón, desde donde podía verse todo el salón y la gente ahí.

La chica miró hacia abajo.

—No necesitas la corona —indiqué.

Levantó la vista, se quitó la joya y me la dio. Es linda, para ser de fantasía.

Se quitó los zapatos también, subió al barandal para colocarse del otro lado, alcanzó la cuerda del telón y me la dio.

—Solo vas a asustarlos, la cuerda se romperá —aseguré mientras la amarraba a su cuello.

Suspiró antes de reclinarse hacia adelante y se tomó un momento para soltar el barandal.

Una vez que cayó y atrajo la atención, por ende, el pánico y terror de todos ahí abajo, di un paso atrás y por el pasillo venía Caleb.

—Me debes una —dijo al pasar delante de mí.

Presente:

El asesinato de aquella chica, cuyo perfil estaba clasificado como "civil", fue un poco improvisado porque estaba muy cansada y no planeé nada, pensaba solo ir y asesinarla tal vez antes de que saliera de su casa, solo que la noche se puso interesante conforme avanzó.

A lo que voy es que, dado que no teníamos planes, de no ser por Caleb, ese suicidio se habría arruinado.

Pero él no fue el único con quien quedé en deuda, según su opinión.

Zayra no le dijo nada a Avang sobre la herida en su cuello, provocada por mí, y también dijo que se la debía.

El mismo Avang dijo que le debía no una, sino varias.

Las puertas del ascensor se abrieron y en el pasillo, afuera del departamento, estaba White.

—Te tengo dos noticias, ambas igual de malas —habló inquieto.

—Tú dirás —metí las manos a mis bolsillos.

—Las escuadras siguen en su sitio de origen, fueron los equipos de rastreo los que se movieron y encontramos los cuerpos..., partes de ellos —comenzó—. Por esto y aquello, las unidades de investigación tienen a mucha gente desertando. De 1,798 elementos activos, en la ultima semana perdimos a 314, entre los muertos y los que se dieron de baja.

No aguantan nada, a la primera salieron corriendo y también estoy hablando de los muertos.

—¿Y lo otro?