Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©

Capítulo 37

No lo pensé allá abajo, en cambio, sí estando ya delante de su puerta. De por sí, con el simple hecho de pensar en ella es muy difícil controlarme.

Me recargué en el muro, cruzada de brazos, y recargué la nuca en la pared.

No sale de ahí porque no quiere verme.

Y sé perfectamente que, si me insulta, lo único que va a conseguir es encenderme por completo.

No sé por qué, pero me gusta la manera en que me mira, como si yo fuera lo que más odia en este mundo.

Maldición, no tengo tiempo para esto. Hay cosas mucho más importantes que...

Miré a mi costado cuando la escuché suspirar.

No está dormida y ese tono de voz no lo había escuchado ni en ella ni en nadie, pero sí sé de dónde viene.

—¡Ay, venía a hablarle! —expresó Paloma al detenerse en el pasillo—. Dile que baje a comer —indicó y volvió corriendo.

Después de verla irse, me volví a la habitación de Aurora y esperé no estoy segura de si lo suficiente antes de llamar a la puerta.

La escuché bajar de la cama, luego abrió.

—¿Qué? —preguntó.

Por la palidez de su piel, no creo que pueda sonrojarse. Para saber si su piel está caliente, tendría que tocarla.

—Tienes que bajar a comer —respondí.

Salió, cerró la puerta y, al pasar delante de mí, su aroma me hizo cerrar los ojos.

No me importa si no puede ser para mí, quiero tenerla y voy a tenerla.

☦

El sábado, salí muy temprano, segura de que Aurora no me iba a necesitar, sin embargo, Marisol me dijo que iba a salir a las cuatro de la tarde y que estuviera de regreso a tiempo.

De todas maneras, no me iba a tardar, solamente fui al departamento porque White me dijo que querían verme, aun si él no iba a estar presente.

Por lo menos, únicamente me recibió la inspectora Montemayor, dijo que todos estaban entregando reportes y preparándose para este martes.

—Hernán volverá mañana por la mañana, pero era muy importante explicarte lo que vamos a hacer —me pidió tomar asiento.

De todos, ella es la única que me trata como a una persona.

Al sentarme, lo hizo ella también, delante de mí.

—A partir de las 12 a. m., vamos a empezar a acercarnos, pero no podemos entrar a la casa. Se supone que no sabemos nada.

—¿Van a esperar a que alguien se dé cuenta de que entraron a la casa, los llamen y entonces van a entrar?

—Algo así —me respondió—, no vamos a esperar a que aparezcan o den señales de vida. Vamos a plantar algo para que los guardias empiecen a moverse. Y tú vas a encargarte de convencer a Marisol de llamar al 911.

—... ¿Qué piensan hacer con ellos?

—Detenerlos —respondió convencida—. Los necesitamos vivos, Val. Ellos nos pueden dar muchas respuestas de Avang.

Si los dejan vivos, van a escapar en un segundo y van a ir por Aurora, sin la necesidad de exceder del tiempo límite.

Según lo que estas personas piensan hacer, para el miércoles, Aurora estará muerta.

—¿Cuento contigo? —preguntó un tanto preocupada.

—Por supuesto —respondí.

Esa reunión no me tomó más de media hora, pero tenía que ir a otro lugar antes de volver y todavía tenía tiempo.

No hice esto antes porque estoy aprovechando que White no está y, si bien puede seguirme el rastro, no puede venir a buscarme.

Nada más fui a preguntar unas cosas, a una sola persona y me dijo y dio lo que quería.

Volví a la casa a las tres de la tarde, solo que fui a mi cuarto a dejarle la comida a Elián.

—¿Lucy y Fer van a venir aquí? —preguntó con el bocado, sentado delante del ropero, entre las sombras.

—Sí, Aurora no sale. Ellos van a venir —aseguré.

—¿Qué le vas a decir a White?

—Están contando conmigo para decirle a Klaus que algo no está bien para que lo llame y pueda traer a todo su equipo.

Ninguno vendrá a esta casa si no lo llaman, porque tienen que convencer a Klaus de que no saben nada sobre Avang y mucho menos que Aurora es el siguiente objetivo.

Si el señor sabe que supieron todo desde el principio, lo que sea que haga puede empeorarlo todo.

Lo peor que se le podría ocurrir es sacar a Aurora de la ciudad.

—De acuerdo —dijo para sí—. El tiempo que tarden los oficiales, detectives y eso en venir a la casa y cubrir toda la cuadra, es lo que tenemos para sacar a Lucy y Fer de aquí.

Asentí.

—Tenemos alrededor de diez minutos, pero necesitamos por lo menos veinte —ya había hecho toda la cuenta en mi cabeza y es exactamente el tiempo que nos va a tomar hacernos cargo de Lucy y Fer sin que nadie lo sepa.

—Tendremos que hacer milagros.

El mérito que le puedo dar a Avang es que, por él, para nosotros no hay imposibles.

Antes de que vinieran a buscarme, fui a la cocina a esperar a Aurora.

Desde luego que no quiero que salga, en cambio, si se lo impido hoy, querrá hacerlo mañana, o después. Lo que sea que tenga que hacer, será hoy.

—No sé si quiere que pasen por Jolie, pero te las encargo mucho —me dijo Marisol.

—¿A dónde va a ir? —pregunté.

—Ropa —me respondió Ric.

—¿Otra vez?

—Aurora no salía para nada y, siempre que sale, necesita comprar ropa —explicó Marisol, en ese tono que parece un regaño.

—¿Solo iremos a eso?

—No me dijo que necesitara ir a otro lugar.

Paloma entró y me avisó que Aurora estaba en la sala, esperándome, entonces salí y sentí la mirada de Marisol.

Ella sola es la que está debatiéndose entre si le agrado o me detesta.

Aurora ni siquiera me volteó a ver cuando salí de la cocina, solo fue a la puerta principal y la seguí en silencio.

No me dijo ni una sola palabra durante el camino a la plaza y mucho menos en el lugar, además, igual que siempre, fue directo a la tienda y se entretuvo con sus propias cosas.

Y solamente podía observarla.

Cuando la conocí, me fastidiaba que me diera la espalda o me ignorara, todo por mi egocentrismo.

Ya no es eso; sino que, con mirarme, ella puede hacerme sentir algo.

Pasé mucho tiempo convencida de que todo adentro de mí estaba muerto y solo estaba dormido.

Ella despertaría los más oscuros deseos de cualquiera. Despertó los míos.

Entre más días pasan, más dejo de considerar que está mal la manera en que la veo y más convencida estoy de que, sin importar que ella no sea mía, tampoco se la voy a entregar a nadie.

Nota de la autora ☄️:

Ya saben que yo los dejo leer, procesar y que no se enojen conmigo, pero me encantan sus comentarios y saludos.

Los amo, a cada uno.