Capítulo 63

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No pude hablar con Aurora el mismo día que se lo prometí, por eso, al día siguiente, le dije que hablaríamos por la tarde, porque tenía que ver a Elián antes de que él se presentara en la casa de Klaus, algo que su paranoia básicamente lo iba a obligar a hacer.

La puerta del cuarto donde vive estaba abierta y no parecía haber nadie, hasta que lo escuché en el piso de abajo.

Bajé y lo vi. Creí que estaba haciendo limpieza, en cambio, está guardando las pocas pertenencias en una maleta.

—¿Qué haces? —le pregunté.

Miró detrás de mí, como si pensara que alguien venía siguiéndome e igual se acercó a cerrar la puerta.

—No lo atraparon, no era él —habló sin prestarme atención, volviendo a lo que hacía—. Avang me está buscando...

—Nadie te está buscando.

—¡Me tengo que ir! —volteó a verme.

Se tranquilizó por sí solo y fue a desconectar el horno de microondas.

—¿A dónde piensas ir?, ¿qué vas a hacer? —lo seguí con la mirada, mientras de la nevera sacaba lo que había ahí, para tirarlo en el cesto de basura.

Si se va, no lo voy a detener. En realidad, puede hacer lo que quiera, yo solo vine a asegurarme de que no me busque en casa de Klaus.

—No..., pues... —se interrumpió y, luego de pensarlo, me miró—. Vámonos juntos.

—¿Qué? —pregunté con desdén.

—Vámonos —repitió—, juntos podemos ir a donde sea.

—Elián, yo no voy a ir a ningún lado.

—¿Cómo...? —hizo una mueca—. ¿Te piensas quedar aquí?

Asentí.

—Pero te... Si no te mata Avang, te van a meter a la cárcel.

—Como sea que termine no importa.

—Yo puedo arreglar todo —insistió.

No es que quiera que yo vaya con él, eso no le importa, lo que no quiere es irse solo.

—Se acabó, Elián...

—¡Escúchame!

—¡Escúchame tú a mí! —interrumpí—. Se acabó, ya no quiero, ya. Me voy a quedar, no voy a dejar a Aurora. Y tú deberías de hacer lo mismo.

—No me puedes traicionar.

—¿Traicionarte yo? Él que nos hizo esto fue Avang, ¡él nos utilizó primero!

—Y no me voy a quedar aquí para que me mate —dijo convencido.

No tiene nada qué pensar, está decidido.

Saqué el dinero que traía para precisamente dejárselo. No es mucho porque con esto estaba considerando despensa para por lo menos dos semanas y un alquiler, no una huida que implica empezar en otro lugar.

—No vuelvas —le pedí al tenderle el dinero, mismo que aceptó.

—¿En serio te vas a quedar?

—No hay ningún lugar donde me pueda esconder de él, pero tú sí —No quise decir que, a Avang, Elián no le interesa tanto—. Ve a donde quieras, solo no me digas a dónde y realmente espero que puedas olvidar que nos conocimos.

No iba a abrazarlo, ese nivel de sentimentalismo y contacto no va conmigo, ni con él.

Me retiré yo primero para llevarme a cualquiera que me hubiera seguido del equipo de Fray y volví a la casa.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora