Capítulo 65

3.1K 326 172
                                    

A pesar de la mirada de Aurora sobre mí, estaba en silencio, pensando todavía sobre esto, sobre la prueba.

Ya me la hice, ya tengo los resultados en el sobre y lo que estoy pensando es en si abrirlo o no.

—Me estoy muriendo de nervios —dijo ella.

Nos encontramos en su habitación, en el sofá que no tiene respaldo, sentadas una delante de la otra.

Yo fui esta mañana a recoger los resultados, luego volví y vine directo a su habitación.

Es que no tengo la intención de abrir el sobre y la curiosidad de Aurora cuenta por la de las dos.

—A ver, ábrelo tú —se lo di y no lo pensó dos veces, lo abrió.

Leyó la primera de las dos hojas, con detenimiento. Ni viéndola leer eso despertó mi curiosidad.

Movió los labios mientras leía, luego frunció el ceño para finalmente mirar a la nada.

Después de un momento, dirigió sus ojos a mí.

—Es positivo, pero... —me dio la hoja.

Hay una tabla con muchos términos que no conozco, en cambio, siempre que el resultado de relación genética sea mayor al 95% de parentesco, hay maternidad probable.

Conforme leía las observaciones, fruncí el ceño.

—Autosómico recesivo... —murmuré y levanté la vista hacia ella—. ¿Por qué me están sugiriendo una prueba de eso?

—En Antropología, cuando vimos la relación genética de las especies, vimos que los hijos tienen de 95 a 99.80 porciento de parentesco con los padres. No son genéticamente idénticos.

Aquí dice que tengo un 99.99% de parentesco con Esther.

—¿Qué significa?

—Que tus padres eran familiares —dijo en voz baja.

Desvié la vista.

—Eso se llama endogamia.

—Sí... —se recogió el cabello—. Más allá de... ante la sociedad, es clínicamente un tema importante. Los hijos heredan enfermedades o las crean, por los genes idénticos.

—Yo no estoy... —guardé silencio.

Sí estoy enferma, no físicamente, pero sí tengo un trastorno, nunca lo he negado.

—¿Mis padres eran hermanos o algo así?

—Primos no creo, el parentesco no sería tanto.

Doblé la hoja, para guardarla en el sobre.

—Andrea —musitó—, ¿tú tienes alguna... condición?

—Sí, pero evidentemente no es física —aludí a que no tengo ni un solo defecto. Sonrió al mirar hacia el sofá y levantó la vista una vez más—. Tengo... un... tema —miré hacia otro lado.

—¿Qué tema? —ella no me retiraba la mirada.

Me aclaré la garganta.

—Psiquiátricamente hablando, se llama Trastorno narcisista maligno.

Entrecerró los ojos.

—Suena... —sacudió la cabeza—. ¿Qué tipo de enfermedad es?

—Es muy parecido a la psicopatía, ambos son trastornos de personalidad.

Suspiró.

—Tengo entendido que los psicópatas son..., no sienten remordimiento.

—No. Dicen que no distinguen entre lo que está bien y lo que está mal, pero de hecho sí. Yo sé lo que está bien y lo que está mal, la cuestión es que ambas cosas me hacen sentir exactamente lo mismo. Es como si no tuvieras sentido del gusto; todo lo que pruebes te sabría igual.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora