Capítulo 73

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En el cuarto de vigilancia, estaba con White, solamente viendo las imágenes de las cámaras de seguridad.

Solo estábamos perdiendo el tiempo.

—¿Ya no duele tanto? —preguntó al tomar asiento en la silla a un lado.

—¿Lo de Aurora? —Asintió—. No sé, no me acuerdo cómo me sentía antes de ella.

Las cosas que llegué a sentir fueron muy pasajeras y generalmente cuando trabajaba, en parte por eso lo hacía.

Es muy fácil llegar a la desesperación al pasar toda una vida sin sentir nada.

Si bien ninguno había dicho algo, pareció que nos quedamos en silencio justo cuando Samantha entró y no es que no pudiera pasar, estaba abierto.

—¿Y ahora? —cuestionó con inocencia—. ¿Por qué esas caras?

—Estamos trabajando y lo mismo deberías estar haciendo tú —respondí.

—Ah —se cruzó de brazos—, trabajan juntos ahora, solos, como si fuera su caso...

—No sería mala idea porque te la pasas metiéndote en todos lados.

White me miró y, por su expresión, habría sido mejor que me quedara callada, según él.

—¿Hacer tu trabajo es meterme? —se reclinó hacia mí, puesto que yo estoy sentada.

—Cuando te conviene —mascullé para mí al volverme hacia las pantallas nuevamente.

—¿Por qué mejor no nos dices para qué viniste? —interfirió White.

—Fray vino a reunirse con ustedes y Klaus. Tenemos que explicarle lo que haremos ahora que Caleb se fue y le perdimos la pista, todo por tu culpa —apuntó a mí.

Me negué a mirarla.

Cuando se fue, White esperó un momento y luego acercó su silla a mí.

—¿Por qué tienes que responderle todo? —me reclamó—. Y vuelve a ponerte el uniforme —mandó.

A él tampoco le contesté.

Esta vez, Diana no estuvo presente y le dijeron a Klaus que una opción era acercarse directamente a Avang, conmigo de por medio, sugerencia de la que yo no tenía la menor idea.

No pueden planear ni prometer nada sin consultarlo conmigo primero, sobre todo si, al parecer, soy la parte más importante.

Por haber estado con ellos, comí después del resto y Mauricio estaba conmigo, porque él había salido por un encargo de Klaus.

Le pregunté directamente si prefería estar solo y me dijo que no importaba.

No es consideración, es que no quiero la mirada curiosa de nadie sobre mí.

—Deja de mirarme así y pregúntame lo que quieres saber —señalé al mirarlo.

No es curiosidad lo que veo en su expresión, e igual veo que algo quiere decirme desde que empezamos a comer.

—Cuando la gente habla de Avang, uno supone que es un asesino en serie.

Negué.

—Son grupos, que él forma.

—¿Pero qué relación tiene él con ustedes?

—¿Cómo? —no entendí su pregunta.

—Sí, o sea, ¿él solo es el que dicta y manda o él mismo es un asesino y ustedes son un reflejo de él?

Subí ambas cejas. Nunca nadie lo había planteado así y no se equivoca del todo.

—Supongo que somos un reflejo de él y hacemos lo que él no se atreve a hacer.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora