Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©

Capítulo 46

Sin saber exactamente cuánto tiempo tenían para ir a ver con sus propios ojos lo que pasó con aquellas escuadras, White, el oficial a cargo, sus dos suboficiales y la subinspectora se fueron el miércoles por la mañana, y tengo entendido que básicamente es ida y vuelta, estarán regresando el viernes, o el sábado a más tardar.

Yo fui al departamento el mismo día que se fueron tanto para recibir indicaciones de White, por ejemplo, cómo comportarme en su ausencia, y para que ahí mismo me pusieran la inyección de DMPA.

El médico se fue luego de monitorearme y Gonzáles junto con el comisario salieron por su comida.

—¿Te sientes bien? —pregunto la inspectora al ofrecerme un vaso con agua.

—Sí —respondí. Será hasta mañana cuando empiece a perder las energías.

—Me dijo Hernán que te vigilara —indicó al tomar asiento delante de mí, en la sala.

Bebí del agua, puse el vaso en la mesa de centro y recargué la nuca en el respaldo del sofá, además me desahogué la corbata.

—Siempre me están vigilando —repuse.

—No, creo que se refería a Aurora, a que estuviera al pendiente de qué tanto te le acercas.

La miré, sin levantarme.

—¿Eso qué significa?

—Dímelo tú —me devolvió la pregunta—. Para ser tan inexpresiva y sin emociones, te cambia la cara cuando hablas de Aurora.

Desvié la vista hacia el techo.

—Eso es asunto mío.

Cualquiera sea la relación que tenga con ella, está mal por el peligro en el que la pongo y por jugar con la confianza de Klaus, no por la opinión que puedan tener aquí.

Si lo piensan bien, ella no está exactamente prohibida para mí.

—No te enojes, solo quería decirte que, si sientes algo por ella, ve con mucho cuidado.

—Suena a que está de acuerdo.

Sonrió a medias.

—Mi opinión no importa, es tu vida. Pero si quieres saber lo que pienso, alejarte de ella para protegerla es una tontería. La cuidas mejor estando cerca.

—No me alejaría de ella ni aunque me lo pidiera.

Suspiró.

—... Trato de verle el lado romántico a eso, pero, viniendo de ti, suena obsesivo.

Es que Aurora es una obsesión para mí.

—Sobre cuidarla estando cerca —me levanté—, ¿lo dice por experiencia?

Ladeó la cabeza, asintiendo también.

—Este trabajo pone en peligro a nuestros seres queridos.

—Por ejemplo.

De su cuello sacó una cadena que lleva dentro de la ropa y me mostró un anillo.

—La que iba a ser mi esposa.

Eso quiere decir que está muerta.

Montemayor luce como de treinta y pocos. Su atractivo está perfectamente opacado con toda la atención que le da a su trabajo, no parece estar interesada en ella misma.

—Cuida mucho a Aurora —repitió—, en algún momento, solo va a contar contigo y va a ser más fácil si no te odia para entonces.

Todos aquí están de acuerdo en que ella va a detestarme cuando lo sepa todo, sobre Avang. Yo misma creo que no querrá volver a verme.