Capítulo 78

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Levanté las manos para verlas y no sé si son todo lo que me tiembla o soy yo completa.

Puse el seguro en la puerta del sanitario.

Abrí el grifo y recogí agua para llevarla a mi cara.

No está lo suficientemente fría.

Me recargué en la puerta y puse una mano sobre mi pecho.

Está caliente... Mi corazón aceleró su ritmo al escuchar la voz de Aurora.

Está dormida, pero...

Recogí más agua para mojar mi cuello y tocar ahí fue contraproducente.

Cuando el efecto del medicamento empezaba a bajar, es decir, cuando necesitaba la siguiente dosis, no es que lo quisiera, sino que estaba dispuesta a acostarme con alguien.

Además, solo esos días sabía que, si encontraba a una persona suficientemente capaz, podía sentir algo.

Igual casi nunca lo conseguí.

Por otro lado, nada más una vez pasé por esto, en el tren. Aquella vez que no me pude poner la inyección.

Además de a todas las personas en ese tren, consideré también todas las esquinas que veía.

Bajé la vista hacia el lavamanos.

No me sirve.

Sentí un escalofrío partiendo de mi entrepierna.

Me senté sobre el inodoro con la tapa puesta, agaché la cabeza y enterré los dedos en mi cabello.

Alguien en la pensión jaló la cadena y la vibración de la tubería hizo vibrar el inodoro.

—Carajo —mascullé al ponerme de pie.

Volví a escuchar a Aurora y ya no podía negar todo lo que estaba pasándome ahí abajo.

Salí y cerré, sin hacer ruido. Igual está profundamente dormida.

Me acerqué a ella...

Cuando la besé dormida, se dio cuenta, y eso que había bebido alcohol.

La quiero tocar completa, pero no así, sin su permiso.

Más allá de que me perdone por haberle mentido, no quiero que me odie.

Fui a sentarme en el sofá, con las piernas separadas para no sentir nada ahí.

Recargué la nuca en el respaldo y cerré los ojos.


La tomé de la muñeca y abrí los ojos, solo para encontrarme con que ya la tenía muy cerca y estaba por tocarme la cara con un dedo.

—No era en serio —dijo.

La solté.

—¿Qué? —me levanté.

—Que no durmieras en la cama —subió al sofá.

—No podía dormir.

En serio no pude dormir en toda la noche, nada más estaba concentrada con los ojos cerrados.

—... Tengo mucha hambre.

Volteé a verla.

—Vamos a ver qué encontramos —indiqué.

En la recepción, el hombre nos dijo que el desayuno y cena están incluidos, en el restaurante mismo de la pensión.

Mientras Aurora iba para allá, yo me quedé a arreglar lo del pago y, con la línea de teléfono también restaurada, pude utilizar el de la pensión.

Malditos escrúpulos | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora