Parte 38

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Enzo suspira terminando de colocarse la parte de arriba de sus prendas, luego de haberse dado un baño en las instalaciones del gimnasio.

Había estado junto con León dándole muy duro al entrenamiento, tanto qué había necesitado darse una ducha para quitarse el sudor que corría por su cuerpo antes de siquiera tomarse el ascensor para ir a su propio departamento.

—¿Tomas algo?— Cuestiona algo ronco.

En una especie de querer lograr un pequeño impasse para poder tener una conversación para con él, ya que es más que obvio que necesita obtener información al respecto de lo que había sucedido en los lockers hasta que él llegó.

León niega con la cabeza, mientras deja la toalla mojada en el cesto, habiendo terminado de bañarse prácticamente al mismo momento que Enzo, queriendo, en realidad, haber terminado mucho más temprano para poder evitar esta charla que se avecinaba y era más que obvia.

—Tengo que irme, se supone que no me iba a quedar y tengo alguien esperando.— Miente pasando una mano por su cabello húmedo.

Enzo analiza cada uno de sus movimientos, y luego niega con la cabeza, creyéndose un completo chismoso ante las palabras que están por salir de sus labios. —¿Por que cambiaste de opinión?— Sisea achinando sus ojos.

Y no lo hace en un tono de desconfianza, sino que lo hace necesitando saber la verdad de todo lo que hay detrás.

La bestia cierra su bolso y se lo cruza en el hombro. Dándole una temeraria mirada que le deja más que en claro al castaño que no va a responder a ninguna de sus inquietudes.

—No cuestiones mis actos, las cosas son más fáciles sin tanta pregunta.— Alza sus cejas y con esa frase se despide.

—¿Es en serio?— Se carajea alzando sus brazos.

Enzo, ante aquella forma de querer retirarse del gimnasio, no se puede quedar callado, sonríe y niega con la cabeza.

—Incluso para mí.— Aclara mirándolo.

El castaño no hace más que alzar su barbilla, sabiendo que no va a obtener más información al respecto, y que es momento de mantener la boca cerrada y no hacer preguntas que puedan llegar a alterar la estabilidad que habían logrado luego de ese entrenamiento tan duro que se habían estado dando entre los dos.

—Gracias... Por todo lo que hiciste, tanto por ayudarla en el baño cuándo estaba sola, y por lo de Alaric.— Traga saliva.

Y siquiera espera una respuesta por parte de él, porque sabe que no la va a tener, por lo cual continúa hablando.

—Cuándo quieras tomar una cerveza y no hablar de nada en particular acá voy a estar. Pero en algún momento me gustaría agradecerte lo que hiciste.— Hace incapie en cómo cuidó a su hermana, pero León no hace más que asentir con la cabeza y abrir la puerta para alejarse de allí.

Enfundado en sus pensamientos y siquiera sin darse cuenta de qué Noah está justamente por dónde él tiene que pasar.

—Mierda.— Maldice observando a su alrededor para percatarse de que se encuentran solos.

Y se queja para sus adentros de no haber aceptado al menos tomar una simple bebida para con Enzo, y tener que evitar el hecho de verla frente a frente luego de lo que había sucedido.

La castaña, a pesar de no querer estar allí ahora mismo, lo espera en la calle con una carpeta.

Se había tomado la libertad de poder darse un baño y calmar cada uno de sus nervios, habiendo sido de gran ayuda el hecho de que León volviera a entrenar para con su hermano y su padre pareciera haber desaparecido del gimnasio junto con todo ese despliegue de furia que había realizado en su oficina.

Y por más que no quisiera verlo a los ojos, primero principal por lo que había sucedido en un principio, y segundo por la vergüenza que recorría todo su cuerpo ante lo qué había sucedido en los lockers.

—No me digas que me estás esperando.— Sisea esbozando una sonrisa cínica en sus labios.

Noah traga saliva, alzando levemente su barbilla. —¿Podemos hablar un segundo?— Cuestiona poniéndose frente a él apenas sale por la puerta principal.

El rubio asiente mirándola con su cara de siempre. Ya no quería cruzar ni una sola palabra para con ella, pero no dejaba de tener aquella inquietud en por qué había sucedido eso en el baño y cómo es que se dejaba tratar de esa manera por su padre.

Ensamblando levemente lo que Enzo le había contado en su momento, suponiendo que parecía ser todo mucho más intenso de lo que se había imaginado.

—Tengo poco tiempo.— Le hace saber.

Intentando hacer el menor contacto posible para sus ojos, siendo una tarea completamente difícil, porque vuelve una y otra vez hacia los mismos.

—Lo sé, sere breve.— Demanda apretando sus labios. —En dos semanas va a ser tu primera presentación en las Vegas.— Le enseña el folio y espera que él lo agarré con sus manos.

Y ante el segundo intento de señalarle el mismo León lo hace mientras que la observa a ella con una mirada seria y su mandíbula apretada sin decir una sola palabra.

Noah traga saliva, cuándo sus manos quedan libres las coloca en sus bolsillos traseros de sus jeans y vuelve a sacarlas palmeandolas entre ellas por la correntada de viento que acaba de envolverlos a ambos...

Además de que es una manera de calmar su nerviosismo.

—Bien.— Murmura sin mucha intención de querer saber qué es aquello que tiene en sus manos.

—Ahí explico un poco en qué hotel vamos a hospedarnos durante la estadía y cuáles van algunas ser tus rutinas y demás, en caso de que haya algo que no te guste podés decírmelo y lo modificamos cuánto antes.— Explica señalando el portafolio.

León asiente simplemente con su cabeza.

Ella traga saliva y espera a que él de una respuesta con palabras pero eso nunca sucede, por lo cual no hace más que suspirar pasando una mano por su cabello al mostrarse completamente frustrada por la situación.

Parecía ser peor que hablar con un niño que no modulaba.

—En caso de que quieras llevar algún amigo sólo tienes que decírmelo y lo podemos arreglar.— Aprieta sus labios y lo mira hacia sus ojos tan penetrantes... —Respecto a las credenciales los números de clave y todo eso te lo voy a dar el mismo día, ya que eso me lo dan a mí unas horas antes nada más.— Aprieta sus labios volviendo a esperar una respuesta que todavía no llega por parte del rubio.

Y la mirada que le regala no hace más que obligar a León a dar una respuesta. —Voy sólo.— Guarda el folio sobre su gran bolso.

Y no dice ni una sola palabra más de todo lo que ella le acaba de decir, pero es suficiente para la castaña, quién toma su cartera con fuerza y lo mira por última vez.

No va a quedarse frente a sus ojos sintiendo cómo le transmite a todo momento ese sentimiento de incertidumbre al no saber con qué le puede llegar a salir en la siguiente oración.

—Bien, lo que necesito es que me traigas tu pasaporte cuánto antes, hay unos trámites que tengo que hacer de migraciones para que no tengamos que perder tanto tiempo en el aeropuerto.— Traga saliva y no baja la mirada de sus ojos azules. —Se lo podes dejar a Enzo, o en mi oficina... Lo que te resulte más práctico.— Puntualiza dejando más que en claro que allí acaba de terminar la conversación.

León coloca los ojos en blanco, mientras toca su cabello desesperado, para luego darle una última mirada antes de retirarse sin emitir sonido.

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