Parte 65

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León se separa de ella con ferocidad, y para sorpresa de la castaña no hace más que quitarse la camiseta de forma brusca, con una sola mano, tirándola a un costado de la habitación y tomando a Noah de su cuello, con algo de posesión, y al mismo tiempo delicadeza y pasión, para volver a besarla.

Siendo que la misma no puede hacer más que ahogar un jadeo entre sus labios, que se convierte más en un gemido que otra cosa al estar sintiendo la posesión con la que él la está tratando en estos momentos.

Dejando a un costado completamente cualquier cosa que pueda estar perturbando su cabeza y cualquier tipo de comentario o pensamiento que la obligue a parar lo que está sucediendo entre los dos en este momento.

León se acaba de quebrar, y ni siquiera está pensando en la loca idea que le había dicho su mejor amigo de cómo poder resolver ese problema para con la hija de su entrenador, solamente se está dejando llevar por la pasión y la desesperación que siente cada vez que la tiene frente a sus ojos.

Y ahora no hay más que el deseo y la desesperación por poder saber con exactitud cómo se siente estar con ella.

No simplemente de una manera sexual, y desenfrenada, como parece que ahora mismo la está tratando mientras que no deja de besar sus labios con desesperación, en una especie de guerra que están teniendo ambos para poder demostrar quién se siente más deseoso del otro, o quién había estado esperando este momento con más intensidad.

Ahora, León, está pensando en ella cómo mujer, cómo deseo, su deseo, un deseo que se viene el viene a su cuerpo en la noche, a solas, y en compañía, en cuánto tiene la mente en blanco solo aparece su rostro y esos pensamientos de deseo para con Noah.

El rubio gime y se da cuenta de que no está imaginando lo que está sucediendo entre los dos, que ambos se están tocando el uno al otro, a medida que sus lenguas danzan en aquella guerra, dejándose llevar por la pasion, una pasion dulce pero desenfrenada.

La tiene delante de sus ojos, y cuándo se aleja para que ambos puedan respirar un poco de aire, se da cuenta de que ella solo luce una remera larga y probablemente una sola prenda interior bajo aquella remera, qué supone es de su hermano.

Relame sus labios, aferrándose a la idea de que necesita observarla a los ojos para saber que ella no se está arrepintiendo de lo que están haciendo, no puede dejar de observarla y desearla cada vez más, necesitando acercarse a la misma, quedándose frente a ella, sintiendo sus suspiros sobre su cuerpo.

-Te dije qué no podía más con esto.- Sisea ronco.

Cómo en una estúpida forma de echarle la culpa a la castaña de cómo es que se siente y de cómo está actuando ahora mismo, necesitando a todo momento sentirse resguardado por lo que está haciendo.

Noah parpadea negando con la cabeza, mientras que las manos de León se acercan a su cuerpo, a aquella camiseta que reconoce cómo la de su compañero de equipo, comenzando a elevar la misma poco a poco por todo su cuerpo para finalmente quitarla del mismo.

La misma le estorbaba por sobremanera y no podía dejar de pensar en la idea de sus pieles tocándose mientras que ambos continuaban besándose, y eso ocurre, sus labios fogosos y traviesos se acercan a los de ella, Noah, dulcemente, los junta para con los de él, esperando qué su boca le roce los labios, ella cierra los ojos esperando el momento en que sus lenguas vuelvan a juntarse.

El momento se hace eterno, pero Noah siente la gloria en cuanto sus labios empiezan a rozarlos de ella, juntandose, nuevamente, el uno con el otro.

Comienzan a besarse dulcemente, logrando que aquel beso se cargue de dulzura, dejando a un costado la intensidad y aquella pequeña muestra de violencia y de desesperación que había iniciado en un principio León al besarla con aquellas ferocidad, comienzan a desearse a cada instante, habiendo logrado quitarle la remera del todo de su cuerpo y dejándola de la misma forma que había dejado la de él a un costado de los dos.

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