parte 82

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—¿Por qué se están demorando?— Demanda bufando.

Joseph sonríe ante los nervios que está observando por parte del rubio, y es su mejor amigo el que toma la palabra, luego de haber hablado con el referí, y que él mismo le explicara que había habido una pequeña demora con el contrincante de León, ya que habían tenido un inconveniente con las credenciales, pero el mismo ya estaba resuelto y estaban a pocos minutos de iniciar la pelea.

—Ya lo resolvieron y estamos a unos pocos minutos de que subas ahí arriba.— Sentencia señalando con la cabeza hacia la jaula que tienen a su derecha.

León mueve su cabeza hacia un costado descontracturando su cuerpo, sintiéndose muy a gusto con los masajes que había tenido previos para poder sentirse relajado y para nada tenso, a pesar de que estaba haciendo ese gesto de manera espontánea, tan sólo porque era un gesto que solía realizar muy a menudo.

—Idiota.— Bufa al saber que le está haciendo perder el tiempo.

—¿Estás concentrado para lo que se viene, León?— Alaric llama la atención del musculoso, cuándo está a punto de ingresar en la jaula. —¡Olvídate de él, tenés que concentrarte en vos!— Le hace saber achinando sus ojos.

Este mismo no puede evitar pensar lo que había pasado minutos antes para con la castaña, no obstante, hace lo mejor que le sale que es fingir demencia y a sentir con la cabeza estando con demasiada carga emocional que necesita soltar por sus puños.

—Leon, no te olvides qué para un entrenador, es fundamental no sólo hablar del boxeo, sino también de la vida. Este deporte es uno individual que te demanda estar diez puntos y si te mandas una cagada el cuerpo lo siente.— Sisea moviendo su cabeza levemente de costado.

León alza su barbilla y asiente no queriendo cuestionar porque le está diciendo con exactitud aquello, ya que eso sería llamar demasiado la atención.

—Y me estoy refiriendo a que si te quedaste con la cabeza en lo que hablamos durante la tarde, lo borres por completo, y ahora te concentres en romperle el cuerpo a ese imbécil.— Mueve levemente su cabeza hacia un costado y mientras que no suelta el hombro del músculoso.

Quién no puede hacer más que suspirar, mostrándose mucho más relajado ante la idea de que Alaric no estaba hablando de su hija, sino que estaba hablando de la propuesta de mudarse al departamento y de todo lo que eso conllevaba para poder resolver las cosas con su familia y obtener la custodia de su hermano menor.

—Podes estar tranquilo de que tengo la cabeza dónde la tengo que tener.— Escupe. —Te haré ganar mucho dinero esta noche, así que espero que hayas apostado por mí.— Sonríe maldicioso.

Alaric infla su pecho de orgullo al escuchar cómo él le está respondiendo, siendo la forma que necesita en la que responda. —Yo siempre apuesto por mis chicos, pero esta vez vas a ser ricos a mis hijos.— Le guiña un ojo y suelta a su hombro para dejarla en claro que fueron ellos los que en esta oportunidad apostaron, explícitamente, en esta pelea.

León parpadea, quedándose por completo perplejo al escuchar sus palabras, y no dudando de la idea de que Enzo pudiera llegar a poner alguna que otra ficha hacia su persona para poder darle ese apoyo y ese golpeteo de hombro que le dejaba en claro que tenía su absoluta confianza puesta en él.

De quién se sorprendía era de la castaña, más aún, luego de la última conversación que habían tenido minutos antes de que ella le entregara las credenciales para que pudieran ingresar al establecimiento y nadie les impidiera el paso.

—Dalo todo, León, este es tu momento.— Enzo aparece frente a él ofreciéndole una botella de isotónica que el rubio devora de inmediato.

El bullicio a su alrededor se desvanece por completo cuándo se concentra en los pocos segundos que le queda antes de subir. Todo parece que se queda por completo en silencio, y esa es la forma en la que él tiene de poder prepararse y de mantener la mente concentrada en lo que tiene que hacer.

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