parte 88

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—¿Estás bien?— Enzo vuelve a preguntar.

Noah sonríe y asiente mordiendo su labio inferior.

Había estado durante toda la madrugada en el sillón de su hermano mayor, haciendo sus presupuestos, terminando algún que otro trabajo y por último echándole un vistazo a los últimos detalles sobre la pelea que tendrían el día de mañana.

Si bien, hoy viajaban hacia el otro distrito, pasaría en la noche en un hotel, y luego de la pelea volverían al hotel en el que estaban hospedando ahora mismo.

—Si, tranquilo, estoy con la cabeza concentrada en el trabajo.— Infla su pecho con una leve pizca de emoción.

A pesar de lo que cualquier otra persona hubiera esperado por parte de ella, no se dejó amedrentar por lo que había sucedido entre ella y León, es más, utilizó toda la información que el músculoso le había dado para poder ayudarlo, tanto cómo ella misma o cómo su manager, en los papeles que tuviera que presentar ante el juzgado.

No estaba muy informada sobre qué es exactamente lo que él iba a presentar, o cómo es que estaba organizando su carpeta, no obstante, creyó que sería una buena idea organizarle un pequeño archivo a León, para que pudiera imprimir en su momento cuando lo precisara, con las facturas de sus peleas, con los gastos que él aportaba hacia el gimnasio, y con un falso alquiler que había sido otorgado desde hace algunos meses, cuándo él llegó al gimnasio Melle y firmó contrato para con el mismo equipo.

Nadie podía llegar a enterarse de que aquello era falsificado, ya que funcionaba cómo un pagaré, entre dueño directo. Por lo cuál, con que su padre, esa misma, o su hermano testificaran que él estaba alquilando dicho departamento para poder vivir era más que suficiente para constatar aquello.

Estando por demás segura en que Alaric no tendría ningún inconveniente en fingir demencia sobre aquello, y no necesitaba ni siquiera decirle a Enzo, ya que sabía a la perfección que haría lo que sea para ayudar a León, gracias al vínculo que habían formado ambos.

—¿En qué estuviste trabajando?— Se carajea al ver que ella no se separa de aquella computadora.

Noah tiñe sus mejillas levemente de colorado y no puede evitar soltar una pequeña carcajada, que aplaca mordiendo su labio inferior.

—Se qué vas a pensar que soy una metida y que esto que estoy haciendo va a ser tomado a malas por él, pero te aseguro que es algo que lo va a ayudar.— Arquea sus cejas en su dirección para dejarle en claro que espera que no la juzgue.

Enzo no hace más que soltar un suspiro, mientras que pasa una mano por una de sus cejas, y comienza a colocarse una sudadera para poder bajar juntos a el área de desayuno.

—No te voy a juzgar, pero es inevitable que no piense que es algo que le puede llegar a molestar conociéndolo.— Admite preocupado.

—¡No le puede llegar a molestar si esto es algo que está entre los papeles de su ingreso al gimnasio y de los contratos que tenemos para con él!— Comenta relajada.

No habían hablado mucho la noche anterior respecto a lo que había sucedido entre su hermana y el boxeador, simplemente habían pasado una madrugada de hermano y hermana y eso había sido más que suficiente para los dos para poder, Enzo darle el apoyo necesario que la castaña necesitaba en estos momentos.

Es por eso que se sorprendía de sobre manera cómo es que ella había amanecido, y lucía ser una persona completamente diferente a lo que era la noche anterior. No teniendo que hacer un genio para darse cuenta de que cuándo él se fue a dormir, y ella se quedó en el sillón, volvío a tomar su computadora y continúo con su trabajo, o con lo que sea que estuviera haciendo en la misma.

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