Parte 45

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Enzo regresa al departamento al cabo de una hora y un baño en el gimnasio, de esta manera se aseguraba de no molestar a Noah, en caso de qué todavía estuviera durmiendo.

E incluso, sonríe cuándo ingresa y corrobora qué Noah estaba en el sillón, una vez más, pero está vez con la computadora a un costado.

Habiendo sido inevitable quedarse dormida, a pesar de qué el baño la había ayudado a despavilarse y ponerse al día con lo qué le faltaba del viaje y de sus pedidos para entregar en la siguiente semana.

—¿Noah, estás trabajando todavía?— Susurra sin respuesta por parte de la castaña.

Se acerca a su hermana y la tapa con el pie de cama que siempre tienen adornando el sillón, toma su computadora y la apaga guardando la sesión y asegurandose de qué tiene la batería cargada para qué mañana la pueda utilizar en el vuelo, cómo es más qué probable.

—No puedo entender cómo no te separas de esa computadora.— Murmura remojando sus labios.

Ella se mueve y se acomoda abrazando el almohadón más cercano.

Enzo sonríe levemente y deja un beso en su frente, pensando en que le había admitido a León qué había golpeado a Noah hace un buen tiempo atrás, y quizás eso fuera de ayuda para el secreto qué Noah y león tenían entre ellos y del cuál, todavía, su hermano no sabía mucho.

Siendo qué podía ponerse a pensar o suponer qué León comenzaría a confiar en ellos, de todos modos, Enzo no había dicho aquello para qué confiar en él, o lo viera de otro modo, era tan sólo porqué se le había escapado y no había manera de volver hacia atrás en ese momento en el qué sucedió. No obstante, si le podía sacar provecho a la situación lo haría y lo utilizaría para su lado, de esa forma, estaría a gusto de qué León accediera a vivir en el departamento de arriba.

—Buenas noches, enana.— Se dirige hacía su habitación para descansar de una vez por todas.

El día que les espera mañana será exclusivo para preparar los últimos detalles del viaje y sabe perfectamente que su padre va a querer que ayude a León y lo contenga todo momento, además de qué Alaric se pone por demás insistente con la alimentación y los entrenamientos horas previas a viajar, y por más que León tenga su propio temperamento, en esta oportunidad no será diferente a cómo Alaric se maneja siempre.

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—Buenos días, dormilón.— Noah lo sorprende mirándolo con burla, concentrada en sus tareas, pero sabiendo perfectamente qué se trata de él.

Enzo hace acto de presencia en el área de descanso del gimnasio. —No es tan tarde.— Se queja arrugando su entrecejo.

Ella sube sus hombros. —Para tu habitual cronograma si.— Se carajea mordiendo su labio inferior.

—¿Dormiste bien?— Revuelve su cabello divertido.

Noah lo mira mientras toma asiento y come con entusiasmo de sus frutas cortadas en cuadraditos. —La verdad que mucho mejor que antes de ayer que me dejaste dormir en el sillón.— Le vuelve a reclamar divertida.

Su hermano se ríe y sube sus manos formando su cara más tierna para que ella no se enoje. —Lo lamento, no te iba a despertar, además de qué tu habitación es sagrada y no quería pisar sueño sagrado al llevarte.— Le recuerda moviendo sus cejas de forma divertida.

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