Parte 67

7 0 0
                                    

—Leon, tu teléfono.— Noah susurra al mismo tiempo qué se suelta delicadamente de su agarre. —Esta sonando por segunda vez.— Agrega parpadeando y arrugando su entrecejo por la luz que ingresa por la ventana.

Tanto así qué achina sus ojos y suelta un suspiro cuándo ya se encuentra del todo despavilada y no puede hacer más qué estirar su cuerpo para iniciar el día.

Luego de la ducha se habían quedado dormidos. Y aquello era por demás vergonzoso para ambos, a tal punto qué León cierra los ojos maldiciéndose por estar abrazando a la castaña por su cadera.

—¿Uhm?— León balbucea algo cuándo no la siente a su lado.

Y un frío incómodo aparece en su entorno con frustración por su lejanía, queriendo matar a quién sea qué estuviera llamando y arruinando aquel momento.

Siendo sorprendentemente extraño qué él piense de aquella forma respecto a no querer separarse de la castaña.

—Te están llamando.— Remoja sus labios y se pone de pie, utilizando la misma remera qué con la qué había recibido a León horas atrás cuándo él apareció por su habitación.

—Mierda, lo siento.— Se disculpa al saber qué aquello la acaba de despertar.

Mientras qué él, se estira para tomar el aparato, estando mucho más despierto qué hace segundos.

Ante todo, ubicándose en tiempo y espacio.

—No hay problema.— Observa su celular y frunce su entrecejo cuándo son recién las cinco de la mañana. Faltando unos veinte minutos para las seis.

León puede reconocer aquel gesto en su rostro qué le da la pauta de qué no es el horario en el que ella se suele despertar, y es por eso que no puede evitar volver a soltar una maldición para sus adentros al reconocer que tendría que haber dejado su teléfono en silencio.

—¿Si?— Murmura ronco al atender la llamada.

Ella se aleja buscando en su maleta qué conjunto se pondría el día de hoy, y dándole el espacio personal para qué León atendiera la llamada, de todos modos se sorprende cuándo se escucha desde donde ella se encuentra cómo quién parece ser un amigo lo saluda desde el otro lado de la línea.

Siendo que León siquiera se percata de aquello, y se mantiene en la cama, contra el respaldo, luciendo su abdomen marcado y sólo sus boxers. Dándole un toque más sensual con su cabello revuelto por la mañana.

—¡Buenos días, dormilón!— Se carajea Nick.

León pasa una mano por el puente de su nariz, observando cada uno de los detalles qué Noah realiza frente a él.

No pudiendo dejar de pensar en lo qué había sucedido entre los dos y en las ganas que tenía de apagar esa llamada y arrastrarla a la cama para volver a acostarse con ella. No habiendo sido suficiente placer el que le otorgó por la madrugada, necesitando más de ella, de su cuerpo, de sus toques y gemidos.

—¿Que hay?— Murmura ronco. —¿Paso algo?— Agrega al cuestionar.

Siendo imposible ocultar qué se acaba de despertar y qué aún tiene, prácticamente, la almohada pegada a la cabeza.

—¡Estaba preocupado de qué mi campeón no me hubiera ya mandado un mensaje, es demasiado tarde para lo qué soles despertar y ya estaba despertando todas mis alertas!— Acota risueño.

León suspira y remoja sus labios. —Si, hoy me levanté más tarde.— Admite.

Y no es ninguna mentira, solía despertarse a las cinco clavadas, pero en esta oportunidad no había podido resistir la tentación de permanecer unos minutos más sintiendo la fragancia de Noah, y no hablaba específicamente de la fragancia qué había dejado su shampoo o su jabón líquido en su cuerpo, si no qué cómo ella olía verdaderamente.

INESTABLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora