Parte 6

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—No es necesario, solo quiero responder lo que necesites de mis datos e irme.— Responde aún sin mover sus brazos de sus piernas.

Noah parpadea intentando encontrar la paciencia interior que necesita para no mandarlo al demonio.

—¿Tan arisco te vas a poner cada vez que te pidamos algo?— Arquea sus cejas.

Y a pesar de que sabe que no es la mejor forma de tratarlo, y menos en su primer día, teniendo en cuenta lo mucho que le había costado que accediera a trabajar para con su padre, le es inevitable que aquellas palabras no salgan por sus labios.

Parecía ser que León estaba completamente preparado y dispuesto para hacerla poner de mal humor, probando su paciencia a cada instante.

—¿Siempre hablas tanto?— Se burla alzando una ceja, pero para nada es gracioso su rostro.

No está acostumbrado a relacionarse por demás con las personas, y menos para con las mujeres, es por eso mismo que no puede dejar de sentirse irritado ante la intensidad que está poniendo ella para que coma aquel desayuno.

Ella aprieta sus labios y lo mira furiosa. —Vas a tener que acostumbrarte, cada vez que terminas de entrenar tenés que desayunar.— Señala la zona. —Esperando que lo hayas hecho antes también, y si no lo harás antes de entrar, son las reglas que aceptas por trabajar con Alaric.— Sonríe con malicia demostrando quién manda en aquel lugar.

—No necesito una niñera que me esté chequeando cada vez que como o dejo de comer.— Sisea.

—Creeme que se lo que es necesario para un boxeador.— Suspira con pesadez y señala de nuevo el desayuno frente a él.

Ignora su comentario desafortunado y sigue buscando entre sus papeles, en algún momento ella le va a poner los puntos y está más que segura de que va a ganar aquella pequeña pelea, de la misma forma en la que su hermano le había dejado en claro que no se iría de aquel gimnasio.

El rubio toma una medialuna y la come sin levantar la vista, tenía que admitir que se encontraba hambriento, ya qué desde antes de la pelea en la madrugada no había probado bocado alguno.

Noah sonríe conforme y pone atención a su computadora, dispuesta a poder empezar. —¿Listo?— Aprieta sus labios al darle un vistazo y observar cómo come a gusto.

—Si.— Responde apretando su mandíbula.

—¿Edad?— Cuestiona con la vista en la pantalla.

León traga saliva. —Veintiocho.— Sus respuestas son las justas y necesarias.

Noah reconoce que va a tener que acostumbrarse a tener ese trato para con él, y tampoco es que lo culpa porque ella no está siendo muy amable al tenerlo frente a frente.

—¿Número de identificación?— Continúa.

Él suspira y bebe del café queriendo irse de allí cuánto antes.

Siquiera tenía memoria de cuándo fue la última vez que completó un formulario con sus datos, y aquello era por demás incómodo.

Noah de reojo observa cómo ya comió las cuatro medialunas y ahora ataca el tostado.

Sonríe conforme por dentro, era obvio que moría de hambre con tal sólo ver su rostro, podría jurar que no cenó luego de la pelea de anoche, y a pesar de que no tenía manera de probar aquello, también podía asegurar de que las dietas de los boxeadores eran verdaderamente de temer con la gran cantidad de alimentos que consumían, gracias a toda la descarga de energía que tenían por hora en sus entrenamientos.

—56897634— Se limpia los labios con la servilleta mientras observa a la castaña teclear rápidamente.

Realmente está haciendo su mayor esfuerzo por no salir corriendo de allí.

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