Parte 69

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—¿Dónde estuviste todo el día?— Arquea sus cejas mientras que se echa un vistazo en el espejo para no tener lápiz labial.

El rubio infla su pecho y pasa una mano por la comisura de sus labios, en un gesto nervioso al estar compartiendo el ascensor para con Enzo.

—Necesitaba entrenar afuera de este enorme conglomerado de habitaciones, y cómo Alaric me lo permitió, no lo dudé ni dos segundos y fui a dar unas vueltas para hacer algo de cardio.— Admite de forma ronca, y toma aire cuándo salen de la caja metálica.

Luego se maldice por dentro, al haber utilizado aquella palabra, teniendo en cuenta la noche que había pasado, y cómo es que había gastado energías de una forma mucho más completa y mejorada, a su parecer, no pudiendo dejar de pensar en el aroma que desprendía el cuerpo de la castaña y lo mucho que estaba anhelando volver a poder tenerla de aquella manera, sabiendo que de ahora más eso sería imposible y sólo pasaría en sus sueños.

Enzo frunce sus labios y mueve su cabeza levemente hacia un costado. —Si, a mí tampoco me gusta mucho estar demasiado tiempo encerrado. Pero pensé que podíamos entrenar juntos, sabes que no tengo ningún problema en acompañarte y no hay necesidad de que estemos hablando.— Le deja en claro con una pequeña palmada en su hombro.

—De igual manera te vi bastante ocupado, así que quizás que si te llamaba no me podías seguir el ritmo.— Se burla con una pequeña mueca en su rostro.

Teniendo que ponerse en aquella postura de diversión, y con una máscara que le permitiera mostrarse duro y tal cuál era para el afuera, ya que si comenzaba a flaquear iba a quedar en evidencia de forma inmediata y eso no era lo esperado por el mismo, viendo y considerando, que Enzo no había hecho ningún comentario al respecto, todavía, sobre que su hermana no se encontraba de buen humor o algo similar que le pudiera llegar a dar la pauta de que sabía lo que había ocurrido.

—Ah... Eso.— Suspira colocando sus ojos en blanco a medida que los dos avanzan. —Necesitaba distraer un poco la cabeza, Alaric, a diferencia de con vos me volvió loco durante toda la mañana con el entrenamiento, además de que mi hermana se sentía mal del estómago y ni siquiera bajó a desayunar con nosotros, por lo cual, tuve que pagar los platos rotos del mal humor de mi padre.— Sonríe con autosuficiencia siendo más una burla que otra cosa.

León carraspea, justo cuándo se está por ahogar con su propia saliva al escuchar de sus labios la mención de la castaña.

—¿Y ahora está bien?— Achina sus ojos y no puede evitar preguntar.

Volviendo a quedar en evidencia respecto a que no podía dejar de preocuparse por ella, ni de pensar en la misma, y de tan sólo imaginarse que había vuelto a tener otro episodio de los de bulimia nerviosa que la castaña solía manejar, y que este había sido pura exclusivamente por su culpa, lo hacía sentirse por demás un hipócrita que merecía ser golpeado hasta el borde de la inconsciencia.

Enzo sonríe levemente al ver que el rubio se preocupa por su hermana, y no hace más que a sentir con la cabeza mientras que señala con la mano hacia la mesa en la que se encuentra Noah, junto a su padre y su preparador físico esperando por ellos.

León traga saliva en seco y su rostro empalidece, siendo imposible de fingir una mueca delante de Enzo que no denote cómo es que se encuentra.

—¿Estás bien?— Cuestiona frunciendo su entrecejo.

El musculoso remoja sus labios, y luego de observar a la castaña, que todavía no se percató de la presencia de los dos, eleva sus ojos hacia los de Enzo, y asiente con la cabeza.

—No le digas a Alaric, pero creo que me salté el desayuno y me siento un poco bajo de azúcar.— miente y suelta aquellas palabras de forma ronca.

Enzo suelta un suspiro negando con la cabeza, y lo señala con su dedo índice.—No diré nada, pero no podés hacer esas cosas, no cuando tenés tres semanas enteras de peleas, teniendo en cuenta que los boxeadores profesionales nos preparamos más de seis meses para una sola pelea, y vos estás batiendo un récord.— Le hace saber y baja la voz porque ya se están acercando hacia la mesa.

—Lo sé.— Mueve su cabeza hacia un costado y pasa la mano por su cabello, dándose cuenta de que ni siquiera se lo había peinado.

—Se que la disciplina de la jaula es otra cosa, y que estás acostumbrado al underground, pero eso no significa que ahora no tengas que también ponerte a tiro con estas cosas, y no sólo te lo estoy diciendo porque mi papá me puede llegar a colgar de las pelotas si se entera que no te estoy ayudando con tu alimentación, te lo digo porque sos de mí mismo equipo y me preocupo por las personas que tengo a mi lado.— Puntualiza. —Sos una persona con muchísimo potencial, y necesitas lograr escalar rápido si querés llegar a los objetivos que mencionaste.— Agrega moviendo su cabeza hacia un costado.

León infla su pecho y su mirada se clava en la castaña, quién acaba de alzar su vista hacia ambos, y le es imposible no observarlo a él solamente.

—Lo haré, te llamaré la próxima vez para entrenar temprano.— Traga saliva y hace una pequeña mueca de agradecimiento con sus labios, antes de saludar a todos de forma general y tomar asiento.

Enzo, conforme con su respuesta, y no queriendo dejarlo en evidencia delante de su padre, ni del equipo de trabajo, esboza una sonrisa hacia todos, y se sienta frente a su hermana dedicándole un pequeño guiño de ojo hacia la misma.

—¿Que hay de menú hoy?— Sonríe removiendo sus manos entre sí.

Tu hermana se encargó de pedir para ustedes dos, viendo y considerando que te llamé y se me informó que estabas ocupado.— Alaric llama la atención de su hijo con una sonrisa maldiciosa de costado.

Noah muerde su labio inferior, bajando la mirada, y no teniendo ni la más mínima intención de compartir la mesa para con el rubio, no obstante, tiene que fingir que no ocurre nada diferente entre ellos dos, cómo para no querer estar en ese mismo lugar.

—¿Ay por favor decime que no pediste pollo de vuelta, si?— Canturrea observando a la castaña.

Su hermana niega con la cabeza, y señala el pequeño carrito de comida que está llegando hacia ellos.

Presentando unas degustaciones de entrada, de mariscos y de pequeñas porciones de carne, junto con ensaladas y frutos secos.

Enzo mueve su cabeza levemente de costado, y le hace un gesto a León, quién sube los hombros, estando de acuerdo con el mismo, en que podía ser peor.

Y claro que podría ser peor, ya que es más que notorio que ella no dijo nada al respecto de lo que sucedió, y eso es algo que lo hace sentirse por demás avergonzado y con demasiadas ganas de poder tomarla de la mano y explicarle lo idiota que eras, pero el hecho de qué Noah ni siquiera le estuviera dirigiendo la mirada, y sólo lo hubiera observado de aquella mirada fría y penetrante apenas se acercó a la mesa junto con su hermano, le da la pauta de que si tan sólo la saluda ella puede llegar a gruñir y a querer arrancarle la cabeza.

—¿Y de plato principal qué hay?— Enzo se muestra como un chiquillo emocionado, comenzando a tomar un poco de pan para untar las delicatessens que hay en el medio de todos, y comenzar a comer.

—Pedi pasta para todos.— Responde de manera neutral, pero para Enzo y León, suena por demás fría.

Lo que hace que su hermano arrugue su entrecejo llamando la atención de la misma, y esta le haga un movimiento muy sutil con la cabeza negando, como para que no pregunte, y tampoco se haga problema de que no sucede nada extraño.

—Excelente elección, los campeones necesitan comer pastas para tener más energías.— Su padre corta el momento incómodo, dándole a su hija aquel puntapié de felicitaciones.

Ella sólo asiente apretando sus labios, y se toma la libertad de escoger lo que más le gusta de aquella enorme picada y presentación que tiene frente a sus ojos, habiendo olvidado por completo de que le había dicho a su hermano que estaba mal del estómago, por lo cuál, Enzo, comienza a desconfiar de que le esté mintiendo y de que haya algo más de trasfondo.

No siendo demasiado necesario atar muchos cabos como para reconocer que lo más probable es que haya algo entre ella y León, nuevamente, cómo parecía haber últimamente.

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