4: El regalo de la puerta

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Septiembre 17, 2021

01:15 AM

Para Jimin no era sorpresivo ver a Jungkook tomando tanto durante las noches. Era su forma extraña de buscar el sueño al menos un par de horas. Usaba esa técnica cuando no quería sexo o no le apetecía simplemente algún tipo de contacto o tomar sus medicamentos. Se empinaba botellas con cantidades exageradas de alcohol, como esa botella de Smirnoff que se estaba bebiendo puro y del tirón desde el asiento del copiloto. El alfa admiraba que Jungkook no se quejara por el escozor en la garganta, aunque, era posible que sí le ardiera y no lo demostrara; cosa que tampoco sería extraña en él.

Jimin conocía a la perfección al Jungkook del presente, pero no sabía más que cosas leves de su versión del pasado, de aquel niño que había conocido en la escuela. El omega había cambiado radicalmente al abandonar su hogar y el alfa siempre tuvo la sensación de que algo sucedió, algo demasiado grave como para que Jungkook escapara de esa manera y ya no pudiese dormir. Jungkook evadía el tema siempre que podía, inventando excusas o diciendo directamente que prefería vivir sin hablar de ello. Intentó mucho tiempo sacarle algo hasta que se rindió, limitándose a conocer únicamente una versión morbosa y autodestructiva de él.

No lo diría en voz alta, pero en serio estaba cansado de ser su desahogo sexual al momento de querer dormir, no sólo porque había desarrollado un sentimiento hacia él. Sino también porque no le agradaba la idea de ser utilizado de esa manera tan nociva para su mejor amigo. Las actitudes de Jungkook eran tan dañinas que le preocupaba en secreto, pero tampoco quería romper su orgullo expresándose.

Jungkook esperaba ansioso ese momento en que Jimin dijera lo que sentía con el único objetivo de burlarse, por eso mismo, no se molestaba en decir algo. Ni siquiera eran exclusivos sexualmente, ¿Por qué Jungkook lo necesitaba tanto? Ah, ya recordaba por qué, porque se había enganchado con él.

Jungkook era como un niñoo caprichoso que si quería algo para él lo obtenía y se volvía posesivo con dicha cosa a la que le guardaba un fuerte deseo. Si veía algo en una persona que le interesaba, era momento de que esa persona rezara; pues ese omega los iba a seguir hasta aburrirse o encontrar algo mejor. A causa de eso, varias parejas de Jungkook terminaron afectadas psicológicamente e incluso, dos llegaron a suicidarse por su culpa y Jungkook no sentía remordimiento, ni cargo de conciencia, ni culpa, nada.

-Quedémonos en un motel. -Sugirió de repente Jungkook, sobresaltando al alfa-. Quiero dormir.

-Olvidé ese detalle tuyo de que sólo duermes en moteles. Me pregunto... ¿Por qué?

Jimin miró un momento el perfil de Jungkook, notando una expresión reflexiva mientras se llevaba nuevamente la botella a los labios.

-Me son muy familiares, solía ir muy a menudo antes de que me encerraran.

-No me digas que tu carencia de cordura se debe a una mala follada, porque si es así juro que te lanzaré del auto.

Jungkook rió con gracia mientras negaba con la cabeza.

-Nunca fue una mala follada, el problema radica en la persona con quien lo hacía.

Jungkook dio por muerta la conversación tras decir eso y veinte minutos de viaje después fueron suficientes para que Jungkook terminara toda la botella y se estacionaran en un motel de mala muerte en el centro de Seúl. El omega se bajó tambaleándose mientras sostenía la botella vacía en una mano y Jimin, sosteniendo las dos mochilas con la ropa de ambos, tuvo que ayudarlo a caminar hasta la recepción del lugar para registrarse.

-Buenas noches. -Saludó Jimin al recepcionista que no paraba de mirar a Jungkook, el cual estaba demasiado ebrio como para darse cuenta de que lo estaban desnudando con la mirada-. Necesitamos una habitación.

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora