33: Entrañas ultrajadas

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Soyeon, al igual que su hermano mayor, también tenía pesadillas.

Eran pesadillas donde recordaba un día en específico, una noche en que ella en el cuerpo de una pequeña de diez años, intentó ayudar a su hermano a salir de ese infierno.

La tercera descendiente de los Jeon recuerda con precisión su sueño, pues fue algo que vivió en carne propia y que nadie le cree. Recuerda que días antes, mientras estudiaba, escuchó los gritos habituales de Jungkook en el salón. Gritos desgarradores, de esos que hielan la sangre. Tenía siete años la primera vez que oyó esos gritos y se acostumbró a ellos en silencio, temiendo por un futuro similar. Todos en la residencia, tanto sirvientes, como sus dos hermanos y ella misma, se habían acostumbrado al constante sufrimiento que estaba expuesto y nadie intervenía por temor a acabar de esa manera.

Pero aquella noche se dio cuenta que ya no era algo que podía soportar y que debía hacer algo.

Dejó de lado su tarea de matemáticas y comenzó a idear un plan rápido. Soyeon recordó que su mejor amiga, Choi Miyeon, se había mudado a una casa de campo en Icheon bastante grande. Sabía que podía confiar en ella en recibirla a ella junto con Jungkook. Fue entonces que la alfa escribió a su amiga sobre quedarse con ella una temporada, la omega habló con sus padres y ellos dieron una respuesta positiva dos días después. Tras eso, inició la fase dos de su plan.

Sabía que su madre guardaba su tarjeta de crédito en su tarjetero rojo que guardaba en el bolso beige del segundo cajón a la izquierda del armario. Pensó que la única forma de tomarla sería fingiéndose enferma. Colocó el termómetro sobre la bombilla de su escritorio y comenzó a toser fingidamente en la mesa, atrayendo tanto la atención de sus hermanos JaeHyun y JiWoo; como la de sus padres. Dijo que se encontraba demasiado enferma como para ir a la escuela y al verla tan mal, sus padres decidieron dejarla al cuidado de los sirvientes. Una vez se quedó sola en la casa, Soyeon se escabulló a la habitación de sus padres y sacó la tarjeta de crédito, haciendo la compra de dos boletos de autobús para ella y Jungkook rumbo a Icheon.

Y entonces quedaba la fase tres: Quitarle la llave de la jaula a JiWoo.

Su hermana menor de siete años era bastante consentida por sus padres y para ganarse sus cosas era obediente con ellos en absolutamente todo, incluso cuando de torturar a su hermano mayor se trataba. Su madre le había dado la responsabilidad de guardar la llave de la jaula pensando que JaeHyun no iba a ser del todo cuidadoso, más que todo por el vínculo afectivo que compartía con Jungkook y no quería arriesgarse a "manchar" a lo más preciado de la familia. JiWoo se ofreció como voluntaria ante la negativa de Soyeon y por una colección de muñecas de porcelana, la menor de los Jeon comenzó a cargar con la llave en su cuello y a llevarle las sobras de comida al sótano a su hermano. Soyeon quería pensar que la niña era demasiado joven para entender lo que pasaba, pero después lo vio como un verdadero acto de crueldad. JiWoo sabía perfectamente lo que estaba permitiendo y Soyeon ya estaba cansada.

Esa noche, Soyeon empacó un poco de ropa en la mochila de la escuela y se metió a la habitación de Jungkook para empacar sus cosas. JaeHyun estaba en una pijamada con sus amigos, sus padres se encontraban en una cena y JiWoo ya estaba dormida. Era la única oportunidad que tenía para sacar a Jungkook de ahí.

La alfa, con sigilo, se metió a la habitación de JiWoo y con unas tijeras, teniendo sumo cuidado, cortó la cuerda que ataba la llave al cuello de la niña y una vez la tuvo en sus manos, con el mismo sigilo salió de ahí.

Corrió a toda prisa al sótano y sin saber lo que iba a encontrar, abrió la puerta secreta de la habitación donde Jungkook estuvo cautivo más de seis meses.

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora