Arco III: Una generación de Jeon, un sólo Kim

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Hyori se estacionó frente al molino al que había sido citada y echó un vistazo a los alrededores. El sitio estaba completamente desierto y había comenzando a anochecer. Antes de bajar se tomó su tiempo para darse un retoque de maquillaje, aplicando un poco de labial en sus carnosos labios adornados por un lunar justo debajo. Después acomodó su corto cabello y cuando se sintió presentable, tomó el arma de la guantera y se bajó del vehículo, comenzando a caminar hasta el abandonado sitio.

Tarareó una canción mientras más se acercaba y cuando cruzó el umbral sonrió, encontrando a la persona que quería ver.

-Hermanita.

BamHyo alzó su mirada y sonrió al ver a su hermana mayor. Algo indudable que corría por las venas de los Jeon era esa belleza tan sublime que poseían. Lo que tenía Jeon Hyori de locura, lo tenía en belleza. Era una afrodita que había entregado toda su belleza a su hijo, el bebé de seis meses que ahora reposaba en su pecho.

-Cuánto tiempo, querida. -Exclamó Hyori, extendiendo sus brazos sin soltar el arma-. Te ves hermosa. Te queda el negro, sin duda.

BamHyo soltó una risa nasal.

-Sigues siendo tan habladora como siempre.

-Ahora mi palabra vale mucho. Con sólo una llamadita puedo desaparecerte de la fas de la tierra, fascinante, ¿Hm?

-Parece que el poder te nubla el juicio, ahora eres toda una egocéntrica. Siéntate.

Hyori no sospechó nada y se sentó frente a su hermana menor, viendo molestia que el pequeño Jungkook no parecía estar molesto con ella. Sin embargo, le atribuyó aquello a que era de familia que los bebés nunca lloraran. Ellos nunca lloraron con su madre, no le pareció descabellado que fuese algún rollo familiar.

BamHyo no había cambiado mucho en esos cinco años. Su cabello negro estaba más largo y donde alguna vez estuvo su ojo izquierdo ahora había un parche de cuero. Las dos nunca llegaron a ser parecidas, Hyori era alguien de gustos más sofisticados: Vestidos, escotes y un labial color carmín adornando sus labios. BamHyo parecía ser alguien que se acoplaba a los ambientes, alguien que se sabía mezclar.

-En la carta mencionaste que estabas con más gente. -Comentó Hyori, sacando de su bolso su caja de cigarros-. ¿Dónde están?

-JiChul sólo me trajo. -Respondió la alfa-. Quería hablar en privado contigo.

-Hm. JiChul... El pederasta del siglo XXI, maravilloso, JiSoo y tú deben tener el coño muy bien atendido. -Comentó ella riendo con gracia mientras se prendía un cigarro-. En fin, ¿Fumas?

BamHyo asintió y Hyori le extendió un cigarro que le ayudó a encender en su boca. Dieron una calada a la vez y tiraron el humo a direcciones distintas.

-Dicen que si fumas delante de bebés, cuando sean adultos serán fumadores empedernidos.

Hyori suspiró un manto de humo y se encogió de hombros.

-Es de familia fumar, ¿No, hermanita? Ojalá ese vicio fuera lo único que se contagiara en esta puta familia. Pero no, todos estamos completamente pirados.

La hermana menor no dijo nada al respecto, pero su mirada delató que estaba de acuerdo con su hermana mayor.

-En fin, creo que no te cargaste a mi niñera ni me hiciste venir hasta el culo de Busan sólo para fumar y hablar de cómo te follas a un abusador de niños. ¿Qué es lo que quieres?

BamHyo se inclinó sobre la mesa, sosteniendo firmemente a Jungkook, manteniendo el cigarro entre sus dedos, teniendo cuidado con el nene.

-Mataste a mamá y a papá, también a JeonGguk. -Le acusó la alfa, provocando que Hyori se riera-. Mira que matar a lo que queda de nuestro legado...

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora