32: Chocolate amargo

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Las Vegas fue testigo de la unión de un alfa y un omega ante el altar. Fue testigo de un matrimonio con un amor floreciente.

Fue testigo de la pureza en los trajes blancos de los invitados, el novio y la extravagancia de la novia.

Fue testigo de una momentánea boda de oro hasta que pronto se tiñeron del más apasionado rojo con el disparar de unos francotiradores a los novios.

La estupefacción de los invitados les hizo mirar hacia arriba, en los balcones donde se hallaba el órgano y los músicos, pero para su desgracia, sólo encontraron a varias personas apuntando con unas AK-47 a cada uno de los invitados: Adultos, ancianos y niños. Todos estaban en la mira.

Cuando quisieron huir, varias personas fueron abatidas por los de arriba, pero las personas que corrieron hasta la entrada no pudieron contar su testimonio o pedir ayuda cuando un alfa con traje de novio les apuntó con un M16 y en un parpadeo ya todos se hallaban en el suelo. Muertos.

La boda de oro en menos de cinco minutos se convirtió en una boda de sangre.

El único que sobrevivió fue el sacerdote que de rodillas imploraba que no le hicieran daño. Lee JiEun fue quien lo levantó del suelo por el cabello y puso la boquilla de su fusil en la nuca del hombre.

-Aún hay una boda que debe culminar. -Le dijo-. Así que no haga ninguna tontería.

Los de arriba pronto bajaron tras asegurarse de que no había testigos y movieron los cuerpos inertes de los invitados cerca de los confesionarios, todo con el fin de hacer espacio entre ellos y sentarse en las sillas de la iglesia, hablando como si nada. Sería una boda maravillosa.

Porque ese día los jefes se casaban.

El novio se posicionó en el altar con una evidente ansiedad mientras Kris, su padrino, le ayudaba con corbata.

-Ah, aún recuerdo cuando me casé. -Le comentaba Kris con cierto aire nostálgico-. Mi madre tuvo que acompañarme al baño cinco veces, no podía de los nervios. Mi hija tampoco paraba de burlarse de mí, claro, a ella le tocaba la parte fácil de llevar los anillos. Sin embargo, ah, fue un día inolvidable.

-Yo no me encontraba en esta situación desde hace bastante. -Aseveró el alfa-. Y creo que fue el mayor error de mi vida la primera vez que lo hice.

- ¿Y ahora? ¿Cómo te sientes con casarte por segunda vez?

TaeHyung se torna pensativo y mira a la entrada de la capilla, ansioso por ver entrar a ese omega que tanto amaba y deseaba.

-Por primera vez sé lo que estoy haciendo. Me gusta.

-Amigo, es que eres un afortunado. -Intervino TaeMin palmeando su espalda-. Piénsalo así, en unos minutos entrará por esa puerta con musiquita a lo Drácula de fondo, el omega más hermoso que pudiste conocer jamás. Y pensarás: Joder, cómo es que pude comer coño tanto tiempo teniendo tremendo manjar.

-Oye, tampoco generalices, idiota. -Espetó Kris golpeando suavemente el pecho del gamma-. Que los coños siguen siendo el elixir de la vida.

TaeHyung los seguirá amando incluso cuando empiece a comer culo todas las noches, ¿A qué sí, jefecito?

TaeHyung comenzó a reír y negó con la cabeza. Decidió seguirle el chiste para destensarse.

-Podré casarme de nuevo, pero me caso tranquilo porque antes comí muy bien. Los coños son coños, TaeMin, nunca van a dejar de ser la mejor cosa que hay.

-Vaya conversación de cavernícolas. -Comentó JiEun mientras miraba sus uñas con aburrimiento apuntaba al sacerdote con el fusil-. ¿Cómo que coños son coños?

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora