37: Ojos que no ven, traición que te lo cuenta

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SeokJin entró a la oficina de Hoseok en la comisaría de policía con los nervios a flor de piel. Ya había estado ahí antes cuando reportó a su hijo desaparecido, pero pocas veces había prestado atención al espacio del cual el teniente Jung Hoseok, ahora nuevo encargado en el caso del asesino del origami, trabajaba. Las paredes eran de un color vino y había plantas adornando junto con libros en las vitrinas. Atrás de Hoseok colgaban varias medallas y diplomas donde se le reconocía su gran habilidad en los servicios policiales, siendo el mejor en la resolución de casos en el área de homicidios. Sus reconocimientos eran tantos que llenaba toda la pared detrás de él, teniendo pocos adornos propios, haciendo de su oficina algo bastante minimalista.

Jung Hoseok, un beta de treinta y un años que servía como teniente a la policía coreana, era la mente maestra detrás de la sombra del asesino del origami. De él venía el modus operandi, de él dependía la elección de niños, de él había nacido el plan de raptar a su hijo. Fue él quien le realmente le ayudó. Por un instante pensó que todo el esfuerzo recaía en NamJoon, pero pronto se dio cuenta de que su papel era completamente lo contrario, pues nada era el cuerpo sin el alma; nada era el asesino sin la mente y el cerebro del asesino del origami estaba ahí frente a él, alzando la vista encima de sus lentes de lectura, dejando de teclear en la computadora.

Hoseok tenía un aura demandante que le hizo estremecerse apenas sus ojos colisionaron por primera vez y este se irguió para darle toda su atención, bajando la pantalla de su laptop y entrelazando los dedos sobre ella. Tenía tres anillos en la diestra y dos en la zurda; un reloj dorado Rolex en la muñeca derecha y una pulsera de plata en la mano izquierda. Los botones de su saco negro estaba perfectamente abrochado en las muñequeras y no se mostraba ninguna arruga o mota de suciedad. Sus hombros se mantenían rectos y su pecho alzado, templando un poco la tela del jersey cuello alto que traía. Por bajar la vista notó que traía unos zapatos de plataforma pequeña, brillantes, perfectamente lustrados; y sus pantalones eran también negros, cuyo borde se alzaba un poco y mostraba unos calcetines del mismo color. SeokJin se quedó completamente hipnotizado con las facciones y al elegancia que desbordaba Jung Hoseok, despertando una necesidad que no había sentido en mucho tiempo. Apretó los puños sobre sus muslos y mordisqueó su labio después de humedecerlo, regresando sus orbes al beta.

-Kim SeokJin, ¿Verdad? -Moduló el beta. Su voz provocó un estremecimiento en SeokJin, que sólo asintió, tratando de controlar los pensamientos intrusivos que su mente estaba comenzando a dibujar-. Pues es un placer, me llamo Jung Hoseok, soy la persona con la que querías hablar.

SeokJin parpadeó un par de veces, recordando que fue él quien quiso reunirse con Hoseok. NamJoon le había comentado que la iniciativa del asesino del origami fue suya, no fue él quien la perfeccionó. Le comentó que la idea perfeccionada había sido de aquel beta que estaba frente a él y que todas sus preguntas iban a ser resueltas por él, por eso estaba ahí, cumpliendo la fantasía con la que por tantos años había soñado.

-Uhm, deseaba hablar contigo desde que NamJoon me comentó que tú... Habías... O bueno, eres, la esencia de... Una persona que llevo mucho tiempo admirando. Eh... Joder, esto es raro.

Hoseok ladeó la cabeza, escuchando con atención pese a que el omega estaba divagando, sin terminar de acomodar del todo sus ideas. El beta se distrajo en las facciones del omega, en el escote que se dejaba su camisa color rojo ligeramente abierta, siendo ceñida por un cinturón negro y unos pantalones que se ajustaban en su cintura. Sus ojos delinearon las líneas de sus clavículas donde un collar de plata colgaba. Lo poco que sabía de SeokJin es que trabajaba en un burdel, pero su forma de vestir parecía significar algo más a lo que se dedicaba, era sugerente, mostrando que el omega poseía una gran confianza en sí mismo. Se desilusionó un poco al encontrar tela obstruyendo más de su vista y regresó su atención al omega, que notando aquella mirada, pareció finalmente centrarse.

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora