40: La princesa de papá

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Se llamaba Kim TaeHyung.

Kim, el apellido de su padre, hijo del medio de una familia de alfas de sangre pura. Kim, un apellido que simbolizaba la fuerza.

TaeHyung, su nombre, había sido una idea de su madre. TaeHyung, un nombre de ocho letras, con tres vocales y cinco consonantes. TaeHyung, Tae, TaeTae. Había diversas formas de nombrarlo, pero se llamaba TaeHyung.

Kim TaeHyung. Hijo de familia ganadera, de origen humilde, originario de Daegu y el prodigio de la familia. El mejor en sus clases, un genio en las matemáticas, antisocial y solitario. Un orgullo para los Kim, para los fuertes, para los de sangre pura.

Kim TaeHyung era un camaleón.

-TaeHyung, hijo...

El camaleón es un animal pasivo e inofensivo. Pasa fácilmente desapercibido por su habilidad para camuflarse según el ambiente. Gozan de la soledad y disfrutan de no ser molestados, son ciertamente independientes. Así TaeHyung se percibió a la edad de cinco años, cuando sentando en un rincón de la sala de su hogar, sólo se limitaba a ver a sus compañeros de clase jugar en su fiesta de cumpleaños en la cual no le apetecía ser partícipe.

-Cariño, ¿No vas a jugar con los otros niños? -Le cuestionó Kim Hana, su madre, una ignorante en el fascinante mundo de los reptiles-. Ellos vinieron por ti, están felices por...

-No hablo con ninguno. -Musitó el niño, con una voz que sonó dulce y monótona-. Les dijeron que habría helado, ¿verdad? Por eso vinieron.

Un camaleón en extremo solitario. Un animal fascinante que con su soledad había dejado atónita a su madre y que había dado por hecho que sus primeros años de vida serían completamente diferentes a los que habitaban a su alrededor, siendo especies que no acababa comprendiendo y que sólo contemplaba a la distancia.

Los camaleones habitan en los árboles, caminando entre las ramas, gozando de la calma. TaeHyung siempre había mostrado interés sobre la particularidad, sobre lo extraño, sobre lo que poca gente sabía. Había empezado a una temprana edad devorando libros de física y matemáticas, memorizando fórmulas y comprendiendo ecuaciones a la corta edad de los diez años. Se subía a las ramas de los árboles y comía de los frutos a sus lados mientras leía. Era un camaleón en su zona de confort, fascinándose con libros de anatomía cuando había dado por culminados todos los libros de biología de la biblioteca de la escuela y quería hacer énfasis en su fijación extraña por la anatomía. Cada órgano, cada punto vital, cada función activaba su interés.

- ¡Hey, Kim! -Le gritó un joven tres años mayor que él, hijo del vecino que siempre iba a jugar dominó con su padre a las seis de la tarde-. Iremos a darnos un chapuzón en el lago, ¿Vienes? ¡Tus padres dijeron que podías venir!

Los ojos del camaleón siempre serán lo más fascinante de su aspecto, no obstante, nadie se admiraba cuando TaeHyung alzaba la vista de su libro y arqueaba una ceja, molesto por ser interrumpido en su lectura. Esa sola mirada, frívola e intimidante, era suficiente para que cualquier depredador se alejara. Nadie lo invitaba a ningún lado, mucho menos le interesaba. Su atención siempre estaba en los libros, en aprender y retener información.

Era repelente a las personas y su silencio las alejaba.

- ¡Kim TaeHyung! -Grita el profesor de matemáticas, sobresaltando a los estudiantes y despertando al joven alfa de su plácido sueño-. ¿Cómo osa usted dormirse en mi clase? Luego no lo quiero ver llorando por...

-Es una función cuadrática.

Silencio. Todos en el salón se quedan en silencio. Lo único que estaba en el pizarrón era la ecuación.

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora