[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||

23: Por amor al plan

Hoseok nació con alexitimia, un extraño trastorno que le dificultaba reconocer y expresar sus emociones.

Desde su infancia, siempre fue alguien muy alejado de todos. Nunca fue capaz de expresar cariño a alguien, tampoco podía reconocer ese sentimiento y pasó una infancia bastante solitaria. Eso sí, era un niño prodigio y fue el mejor en sus clases, ocupando el primer puesto desde la primaria hasta la secundaria.

Estudió toda su vida en una escuela militar en la que constantemente era discriminado por su casta. Decían que un beta carecía de fuerza y que sólo era el relleno de la pirámide. Por supuesto, esas burlas hacia su casta llegaron a su fin cuando disparó a dos de sus compañeros intencionalmente en una prueba de tiro. Buscó sentirse arrepentido, pero nuevamente, sólo sentía un gran vacío. Nadie volvió a meterse con él.

Su padre era un hombre exigente, un gamma obsesionado con el poder y que poseía el rango más alto en el ejército. Los actos de su hijo nunca tuvieron consecuencias, pues era tanto el respeto hacia el gamma mayor que temían meterse con su hijo. Además de ello, aquel hombre amaba que su hijo fuese así y se hiciera respetar.

No tenía aficiones que se consideraran del todo normales para un chico de su edad. Con dieciséis años leía casos de asesinos seriales que fallaron en el intento y con la información recolectada, creaba planes que habrían evitado la captura de dicho asesino. Con sus figuras de acción que le regalaba su familia para despertar algún tipo de emoción en él, creaba escenas del crimen y analizaba punto por punto algún cabo suelto que puede presentarse en ese tipo de situaciones. Entonces, conforme pasaban los años, se volvió un apasionado por el mundo de la criminología.

Ante aquella pasión, decide estudiar antropología criminalística. Sin embargo, por influencia de su padre, a los veinte años comenzó a trabajar como un simple secretario en la policía y como guardaespaldas de Lee JiChul, un hombre influyente y dueño de una constructora. Pese a su apretada agenda, Hoseok decidió tomar horario nocturno en la universidad nacional de Seúl y organiza su horario para poder asistir sin falta a sus dos trabajos y poder estudiar sin inconvenientes.

Durante ese tiempo trabajando como secretario en la comisaría, conoce a Kim NamJoon, un alfa un año menor que él que estaba haciendo prácticas de la universidad de la policía nacional de Seúl para poder ejercer como teniente de policía. NamJoon apenas tenía diecinueve y estaba comenzando apenas con su primer semestre. El alfa le dijo que en verdad las prácticas no eran necesarias, pero su madre adoptiva era demasiado estricta y movió cielo y tierra para que él pudiera iniciarlas de una vez y aprender sobre la marcha. Los dos, inevitablemente, comienzan a hablar mientras archivan documentos en la bodega de la comisaría, pues NamJoon parece ser más hablador de lo que aparenta. Le cuenta a Hoseok de sus aficiones: Sus libros favoritos, sus gustos musicales y lo que le gustaba hacer en su tiempo libre. Los primeros minutos, Hoseok lo ignora, pero poco a poco comienza a prestarle atención hasta que inconscientemente comienza a soltarse con él.

Se ven todos los días y NamJoon siempre llega con un tema de conversación distinto, hasta que Hoseok un día se atreve a preguntar por la familia del alfa. Este no tiene reparos en contestarle que es adoptado y que lo acogió una familia después de que su hermano menor muriera por un accidente que le relata detalladamente. Su hermano se había atorado el pie en una tubería del suelo y se ahogó por el agua de la lluvia. Tras eso, NamJoon tiene la suficiente confianza para decirle que quería darle un homenaje a su hermano usando como ofrendas a niños. Otra persona se alarmaría, reportaría aquella revelación y alertaría a las autoridades; pero Hoseok se quedó maravillado, vio aquello como una gran oportunidad y no quería que aquella idea que suponía ser suelta, se perdiera.

NamJoon le dice que piensa que puede confiar en él para revelar algo así y Hoseok le responde que desea ayudarlo. Es ahí cuando se forja la inquebrantable alianza entre al alfa con el beta.