45: El valor de la sangre

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Febrero 08, 2025

Jungkook ese día quiso beber.

No estaba deprimido, tampoco despechado, mucho menos estaba pasando por un mal momento. Lo único que había pasado es que después de soñar con algo que aumentó su inseguridad, su único deseo al momento de despertarse fue comenzar a tomar.

Comenzó con la colección de vinos de TaeHyung, sirviéndose grandes copas de la botella mientras preparaba a sus hijos para ir a la escuela. No estaba tan borracho cuando los llevó en el auto, dejándolos a cada uno donde les correspondía, pero sí estaba en un punto donde si lo paraban la prueba de alcoholemia no iba ser del todo buena.

Después, acabó yendo al trabajo de TaeHyung. La supuesta constructora que había fundado y que era una cortina de humo para cubrir el verdadero trabajo que hacían allí. Le permitieron el ingreso de forma dudosa, pues ya el olor a alcohol comenzaba a intensificarse, pero como se trataba del omega del jefe no podían negarle la entrada. No buscó a TaeHyung de primera, sabiendo que se encontraba en una reunión importante y sólo fue hasta su despacho, sabiendo que era el único con acceso completamente libre.

En el minibar de la oficina de TaeHyung halló lo que estaba buscando y comenzó a servirse whisky mientras bailaba con la música de sus auriculares. El alcohol haciendo estragos en su cabeza comenzó a desorientarlo, tanto que ya cuando se sentó en la silla de su esposo bebiendo directamente de la botella, su borrachera acabó intensificando su libido y comenzó a descargarlo contra el saco de TaeHyung que reposaba sobre el respaldo de la silla.

Primero comenzó con olerlo, gimiendo de gusto cuando sintió ese perfume y ese aroma natural impregnados en el área del cuello. Cruzó sus piernas, para empezar a frotarse mientras su nariz estaba pegada en la prenda, comenzando después a chuparla y lamerla. El calor comenzó a ir en aumento y Jungkook comenzó a desnudarse, gimiendo cuando sus dedos rozaron su miembro erecto y después se deslizaron hacia su entrada ya completamente húmeda.

Sollozó contra la tela de la ropa, enterrando sus dientes en esta y subió uno de sus pies sobre el escritorio para estar más abierto, importándole poco tirar lo que estaba encima. Dejó la botella de whisky ya vacía en el suelo y utilizó sus dedos para pellizcar sus pezones, usando su otra mano para enterrar dos falanges en su entrada, chocando contra su punto dulce, provocando un estremecimiento que comenzó a hacerle delirar y movió sus dedos con más fuerza y rapidez, tratando de imitar los movimientos rudos de su esposo cuando lo follaba con los dedos.

Su esposo. No necesitaba sus dedos, necesitaba a su esposo.

Cuando miró el reloj que marcaba la 01:00 PM supo que su esposo estaría mucho tiempo en esa reunión, pero su mente estaba tan nublada por el alcohol y el deseo que no le importó. Sacó sus dedos ya decidido y se colocó el saco para cubrir un poco su desnudez. El saco le llegaba hasta más arriba de la mitad de sus muslos, dejando ver un poco el inicio de sus glúteos y los botones aunque estuvieran cerrados dejaba ver todo su pecho expuesto. Sus jugos se deslizaron por sus muslos apenas se levantó y su erección se levantaba contra la tela, dejando ver un poco sus testículos.

Jungkook no estaba en condiciones para salir, pero su falta de claridad en su razonamiento le hizo abandonar la oficina y pasearse tambaleando por las instalaciones mientras todos los trabajadores lo miraban. Algunos sorprendidos, otros disgustados y otros con deseo. Su aroma estaba provocando estragos en los alfas y gammas del lugar, quienes comenzaban a debatir si valía la pena arriesgar sus vidas por cogerse al omega del jefe.

Luego concluían que era mala idea y lo dejaban pasar.

Mientras tanto, en la sala de juntas, TaeHyung leía un plan que los nuevos inversionistas le estaban ofreciendo para poder financiar los proyectos de Los Siete Zafiros. A su lado, Kris y Jessica también estaban absortos en la lectura mientras los inversionistas se mantenían expectantes por escuchar lo que opinaban, aunque estaban más interesados en la última palabra del jefe, quien mientras leía hacía girar un bolígrafo entre sus dedos.

[Libro 1] Catarsis de perversiones ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora