Capítulo 29

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Hoy me había levantado diferente, sin muchas ganas de hacer nada, solo de estar en casa

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Hoy me había levantado diferente, sin muchas ganas de hacer nada, solo de estar en casa. Pero, por mala suerte, tenía que asistir a clases.

Así que aquí me encontraba, sentada en mi mesa en el aula de biología, moviendo mi lápiz una y otra vez en la mesa por aburrimiento mientras la profesora explicaba.

Giré mi vista hacia afuera y vi aparcado en el estacionamiento un jeep de color azul. Lo miré extrañada porque, a decir verdad, se me hacía conocido. La cosa era que nunca había conducido un jeep en mi vida.

—Kath, ¿hay algo afuera que sea más fascinante que la estructura de la mente humana? —preguntó la profesora, interrumpiendo mis pensamientos.

—Si te soy sincera, sí —respondí sin dudar.

—Pues entonces, no sé qué haces en mi clase.

—Si me lo ofrece, me voy —dije con una sonrisa desafiante.

Cogí mi mochila y me largué. No estaba dispuesta a que me regañaran hoy, la verdad.

Fui afuera, hacia el vehículo, atraída por una curiosidad inexplicable. La cuestión era que había un hombre de la grúa que se lo quería llevar.

—¡Hola! No puede remolcar ese jeep —le grité.

—Los papeles dicen que sí puedo, se ha denunciado como abandonado —respondió él, sin mirarme siquiera.

Apoyé una mano en el coche, adoptando una postura amenazante.

—Mira, lo he intentado pacíficamente —dije, mirándolo a los ojos—. Ahora dejará este jeep y se irá a tomar por culo —lo hipnoticé, y se fue sin más.

Sonreí satisfecha.

Me puse delante del jeep, examinándolo por todas partes y pasando mi mano para ver si percibía algún olor o algún tipo de magia. Todo era inútil. Estaba enfrente de este jeep azul y no sabía lo que significaba.

Me quedé allí un rato, intentando conectar alguna pista en mi mente. ¿Por qué se me hacía tan familiar? Me esforcé por recordar si alguien en mi vida pasada había conducido un vehículo así, pero no llegaba a ninguna conclusión.

De repente, empezaron a sonar unos ruidos dentro del coche, como si fueran interferencias de radio. Sentí unas respiraciones detrás de mí y enseguida supe quiénes eran.

—Viene de adentro —dije, señalando el jeep.

Scott se acercó para intentar abrir la puerta, pero no lo conseguía ya que necesitábamos la llave. Me acerqué yo también y los hice a un lado.

—Dissera Portus —espeté un hechizo y la puerta se abrió sin tener que romper nada.

Al abrirla, había una especie de radio en el asiento, como si hubiera sido arrancada de su sitio. Nos miramos confundidos.

Doing all for love//Theo RaekenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora