Después de la muerte de sus padres y convertirse en una trihíbrida Kath decide mudarse a Beacon Hills para una nueva vida,se encontrará a una manda muy misteriosa y se enamorará de alguien no muy bueno.
Lo que tampoco se espera es que en está ciuda...
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Estaba en mi habitación, la luz suave del atardecer entraba por la ventana, llenando el espacio con un cálido resplandor. Con una sonrisa, comencé a hablarle al bebé, mi voz era suave y llena de ternura.
—Hola, pequeño. Sé que todo parece un poco loco ahora, pero quiero que sepas que te vamos a proteger con todo lo que tenemos. Eres lo más importante para mí... para nosotros. Tu papá es un poco cabezota a veces, pero te va a querer más que a nada en el mundo, te lo prometo. Y yo... —mi voz se quebró un poco— yo voy a hacer todo lo posible para que estés a salvo y seas feliz. Por y para siempre.
Mientras seguía acariciando mi vientre, escuché la puerta abrirse suavemente. Levanté la vista y ahí estaba Theo, apoyado en el marco de la puerta, observándonos con una sonrisa en los labios. Sus ojos brillaban con una mezcla de amor y devoción que me derritió por completo.
—¿Interrumpo? —preguntó con esa voz profunda que siempre lograba calmarme.
Negué con la cabeza, y él se acercó, sentándose al borde de la cama. Sus manos, cálidas y seguras, reemplazaron las mías en mi vientre.
—¿Qué le decías? —susurró, inclinándose para besar mi barriga. El gesto fue tan tierno que sentí cómo mi corazón se llenaba aún más de amor por él.
—Le decía que lo amamos —respondí, acariciando su cabello mientras él seguía hablando en voz baja al bebé.
—Hola, pequeño. Aquí estoy, tu papá. Quiero que sepas que voy a estar siempre aquí para ti, protegiéndote de todo lo que pueda hacerte daño. —Sus palabras eran tan sinceras, tan llenas de promesas, que sentí los ojos llenarse de lágrimas—. No puedo esperar a verte, a enseñarte todo lo que sé.
Alzó la vista, nuestros ojos se encontraron, y vi en ellos todo el amor que sentía por mí.
—Eres lo mejor que me ha pasado, Kath —dijo, besando mi mejilla.
—Y tú a mí —susurré, sintiendo cómo la emoción me invadía por completo.
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Estaba sentada en la clínica veterinaria, con la cabeza apoyada contra la fría pared. El cansancio de todo lo que habíamos estado enfrentando me estaba alcanzando, y por un momento solo quise cerrar los ojos y desconectarme de todo. Sin embargo, el sonido de un mensaje de voz proveniente del móvil en la mesa rompió el silencio tenso de la sala.
