Capítulo 49

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Caminaba con el rostro imperturbable, buscando el rastro de mi pequeña

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Caminaba con el rostro imperturbable, buscando el rastro de mi pequeña. Sabía que ella tenía la fuerza para defenderse sola, pero Allison era experta en la caza, y mi hija apenas estaba comenzando a entender su propio poder. Un temor helado me atravesaba, un miedo que cualquier madre sentiría.

Podía sentir el miedo de Hayley a la distancia, y al llegar al taller de autos de Hale, vi los restos humeantes de dos vehículos que habían explotado.

Esa perra estaba aquí.

—Exsurgo —canturreé, y la gran puerta corrediza se abrió de golpe.

No dudé ni un segundo; me transformé por completo al ver a Allison apuntando a los chicos. Mis ojos ardían de furia, pero mantuve la calma solo por ellos.

—¡Mamá! —gritó Hayley al verme, asustada.

Le guiñé el ojo para tranquilizarla. Miré directamente a Argent.

—Le tocas un solo pelo, y estás muerta —le advertí, cada palabra llena de veneno.

Sin vacilar, ella levantó el arco y lanzó una flecha hacia mí. La tomé en el aire como si fuera un simple juguete y sonreí, antes de devolvérsela y clavársela en el brazo. Su expresión de sorpresa fue todo lo que necesitábamos. Aproveché el momento para apartar a Eli y a Hayley. Levanté una barrera protectora detrás de nosotros para que sus flechas no pudieran alcanzarnos mientras corríamos hacia un coche para refugiarnos.

—Necesito que sanéis, chicos —les dije, observándolos a ambos. Había más peligro de lo que ellos imaginaban, y tenía que prepararlos.

—No puedo sanar... no soporto transformarme —confesó Eli, la frustración y el miedo en sus ojos.

—Yo tampoco puedo —susurró Hayley, respirando rápido y temblando—. Esto me sobrepasa...

—Está bien, cariño, yo te ayudaré —le acaricié la mejilla con ternura, tratando de calmarla. Luego, miré a Eli—. Pero tú, Hale, vas a tener que aprender aquí y ahora.

—¿Cómo? —preguntó, desconcertado, su voz entrecortada.

—¡Así! —rugí con toda mi fuerza, dejando que mis ojos brillaran con un amarillo intenso. La energía de mi transformación provocó una reacción en cadena, haciendo que ambos niños manifestaran su propia transformación. Los ojos de Eli brillaban con intensidad, como un verdadero beta, y Hayley tomó la forma de un coyote, irradiando poder.

—Bien. Ahora, os voy a teletransportar —les dije.

—¿Y tú, mamá? ¿Qué vas a hacer? —preguntó mi hija, mirándome con el ceño fruncido, la preocupación evidente en su expresión.

—Voy a detenerla hasta que llegue Scott —le aseguré. Trataba de transmitirle tranquilidad, pero ella seguía mirándome con temor.

—Por y para siempre —me dijo, queriendo aferrarse a esa promesa.

Doing all for love//Theo RaekenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora