Capítulo 40

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Desperté lentamente, como si estuviera emergiendo de una neblina espesa

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Desperté lentamente, como si estuviera emergiendo de una neblina espesa. Mi cabeza pesaba y un dolor sordo me recorría el cuerpo. Parpadeé varias veces, tratando de aclarar mi visión, y lo primero que vi fue un techo blanco, desconocido. Mi corazón se aceleró de inmediato al no reconocer mi entorno.

—Kath... —la voz familiar de Theo llegó a mis oídos, calmando un poco mi ansiedad.

Giré la cabeza hacia donde provenía su voz y lo vi sentado a mi lado, con una expresión de preocupación en el rostro. Sus ojos se suavizaron en cuanto nuestras miradas se encontraron. Extendió la mano y me acarició suavemente el cabello.

—Estás bien —dijo con suavidad, como si estuviera tratando de convencerme de algo.

Traté de incorporarme, pero un dolor agudo en el pecho me obligó a quedarme quieta. Theo se inclinó hacia mí, poniéndome una mano en el hombro para evitar que me moviera.

—No te esfuerces demasiado —me advirtió—. Estás herida.

—¿El bebé...? —susurré, con la voz apenas audible, mis ojos llenos de miedo.

Theo sonrió con ternura, aunque todavía había una sombra de preocupación en su mirada.

—El bebé está bien. —Su mano bajó hasta mi vientre y la colocó allí suavemente, como si pudiera proteger al pequeño solo con su toque—. Fue solo una bala en el pecho. No atravesó nada importante. —Sus palabras me trajeron un alivio inmediato. Sentí lágrimas brotar de mis ojos, y las dejé caer sin intentar detenerlas. Todo mi cuerpo se relajó al saber que mi hijo estaba a salvo.

—Gracias... —murmuré, cerrando los ojos por un momento, permitiéndome disfrutar de esa sensación de alivio.

Abrí los ojos y vi la preocupación regresar a su rostro.

—¿Dónde están todos? —pregunté, alarmada.

—Melissa está gravemente herida. Una bala la alcanzó en el abdomen. Salió de cirugía ahora mismo. —Theo bajó la mirada, su voz temblando un poco—. A Lydia y Mason también les dieron una bala, pero están estables en las habitaciones de al lado.

Sentí como si me golpearan en el estómago al escuchar las noticias. Un sentimiento de impotencia se apoderó de mí, y me mordí el labio para evitar gritar. Podría haber ayudado con mi sangre, pero no pude. Los cazadores, esos malditos cazadores... Van a pagar por lo que hicieron. Cada fibra de mi ser ardía con una furia incontrolable.

Theo, que parecía leerme como un libro abierto, me observó con una mirada preocupada.

—Conozco esa mirada, Kathy —su voz era firme pero suave—. Scott y Malia se van a encargar de ellos.

Negué con la cabeza, frustrada.

—No puedo simplemente sentarme sin hacer nada —dije, apretando las sábanas entre mis manos—. Melissa está luchando por su vida, y esos cazadores... No pueden salirse con la suya.

Doing all for love//Theo RaekenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora