Capítulo 45

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Han pasado 17 años desde que dejamos Beacon Hills

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Han pasado 17 años desde que dejamos Beacon Hills.

17 años en los que la conexión con Lydia se había desvanecido lentamente, como un eco lejano, y ahora, de repente, esa chica... esa chica castaña no salía de mi mente.

Mientras me tomaba un café en el patio, tratando de despejar mi cabeza, mi mente seguía dando vueltas a esas visiones. Mi cuerpo estaba presente, pero mi mente divagaba. A pocos metros de mí, Theo y Hayley entrenaban. Mi esposo le estaba enseñando autocontrol a nuestra hija, ayudándola a manejar su parte lobuna. A pesar de mis miedos, Hayley había activado su maldición a una edad muy temprana, mucho más de lo que hubiera querido, pero lo había superado con una fuerza que me llenaba de orgullo.

Las primeras lunas llenas habían sido complicadas, como siempre lo son para los jóvenes lobos, pero la forma en que lo superó me dejó sin palabras. Ahora, los tres íbamos juntos en nuestras formas lobunas, corriendo por las afueras de la ciudad. Y debo admitir que era más divertido de lo que jamás hubiera imaginado.

Hayley también había heredado la poderosa sangre Mikaelson en su parte de bruja. Desde muy pequeña mostró su potencial, uno tan grande que a veces se sentía fuera de control. Destructivo, si no lo guiabas, pero hermoso cuando lo dominaba. Tenía un talento innato para la magia que me hacía recordar mi propia juventud, y me llenaba de orgullo ver lo lejos que va a llegar.

Por otra parte, también tenía la opción de convertirse en vampiro. Ese don híbrido que llevaba en sus venas la tentaba, pero hasta ahora había decidido no abrazar esa parte de sí misma. Me dijo que no se sentía lista, que tal vez cuando fuera mayor lo pensaría. No quería tomar a la ligera la inmortalidad y la eterna sed de sangre. Yo entendía perfectamente lo difícil que era controlar esos impulsos, y aunque me dolía admitirlo, alguna vez había llegado a matar... incluso a Theo. Aunque eso había sido en otros tiempos, tiempos que prefería dejar atrás.

Observaba a mi familia desde la distancia, viendo cómo entrenaban, y me sentía increíblemente afortunada por haber creado esta vida con ellos. Por nada en el mundo cambiaría lo que tengo. Mi corazón se llenaba de calidez al ver a Theo reír mientras trataba de ayudar a nuestra hija a controlar su fuerza.

De repente, un fuerte estruendo me sacó de mis pensamientos. Mi esposo salió volando hacia la otra punta de la estancia, impactando contra una pared con fuerza. Mi primera reacción fue gritar:

—¡Hayley!

—Lo siento, papi —dijo ella, con inocencia.

—¿Qué tienen mis mujeres que siempre me tiran? —se quejó él mientras se levantaba, claramente adolorido pero con una sonrisa que revelaba que estaba acostumbrado a este tipo de cosas.

—¡Tú me asustaste ese día en el bosque! —le recordé, entre risas.

—Tus amigos me estaban espiando —respondió él con un gesto teatral.

Doing all for love//Theo RaekenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora