Capítulo 33

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Salimos del elevador cuando este se detuvo, y sentí cómo el corazón me latía tan rápido que parecía que se me iba a salir del pecho

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Salimos del elevador cuando este se detuvo, y sentí cómo el corazón me latía tan rápido que parecía que se me iba a salir del pecho. Caminábamos por los pasillos mientras las luces parpadeaban y una pequeña brisa comenzaba a notarse. El ambiente estaba cargado de tensión, y el silencio solo se rompía por nuestros pasos apresurados.

No sabíamos dónde estaba todo el mundo, incluyendo a Theo. No teníamos idea de lo que había sucedido mientras estábamos en el ascensor. Pensar que los Jinetes se habían llevado a Theo me provocaba una presión en el pecho que no podía ignorar. Me sentía extraña, como si mis emociones fueran a desbordarse en cualquier momento, sin previo aviso.

Mientras avanzábamos, vimos en la pared una especie de panel, como esos que tienen los trenes para indicar las llegadas y salidas. Me sorprendió ver cómo cambiaba, mostrando un solo destino: Beacon Hills.

Volví a girarme y ya no había un pasillo normal; ahora este tenía carriles de tren. Me quedé ahí vigilando mientras Liam traía a Scott. Se sentía vacío ahí dentro, sin escucharse ni un murmullo.

Finalmente llegó el alfa.

—¿Esto está ocurriendo en todas partes? —preguntó su voz llena de preocupación.

Liam asintió.—Aquí, el campo de lacrosse de la escuela.

Caminamos un poco sobre la madera del suelo, tratando de entender lo que significaba todo esto.

—¿Qué significa esto? —McCall parecía perdido.

—Significa que está funcionando —respondió una voz desconocida.

Y ahí lo vi por primera vez, el famoso Sr. Douglas. Sacó a la luz sus colmillos y sus ojos verdes, lo que nos hizo a nosotros hacer lo mismo instintivamente.

—No puede capturarnos a ambos —murmuró Liam.

—De ninguna manera —coincidió Scott.

—He oído mucho hablar de la gran trihíbrida, convertida en una villana como su padre Klaus Mikaelson —dijo Douglas, con una sonrisa sarcástica.

—Pues acércate y comprueba lo que una Mikaelson puede hacer —respondí con firmeza, desafiándolo.

—Este no es el momento, niña —me despreció él.

—Vuelve a llamarme así y tal vez te quedes sin lengua —advertí, sintiendo la ira burbujear en mi interior.

—Sabueso del infierno —dijo señalando detrás de nosotros.

Esto de girarme y encontrar sorpresas me está empezando a disgustar, pero ahí estaba Parrish. No era el de siempre; su mirada era fría y sus llamas ahora eran verdes.

—Vamos, agente, no quiero hacerte daño —intenté razonar con él.

—El tren se acerca, chicos. No se puede detener la cacería salvaje. Serás un buen jinete, Scott. Y yo tendré a un alfa verdadero de mi lado —dijo Douglas con malicia.

Doing all for love//Theo RaekenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora