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A mi tía le espantó la idea de que buscara trabajo, pero no le dejé alternativa

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A mi tía le espantó la idea de que buscara trabajo, pero no le dejé alternativa. Amenacé con irme del piso si no me permitía ayudarle y tras unas cuantas quejas conseguí que accediera.

Se lo debía a ella y a mi tío. Además, ahora que todo estaba arreglado con mi hermano y lo de la banda iba para largo, se esforzaron por hacerme sentir en casa. Me llevaron al Ikea y compraron un par de muebles que necesitaba para la habitación. Me sentí fatal porque se gastaran dinero en mí, así que apunté el importe del tique en las notas del móvil y les prometí que se lo devolvería cuando pudiera. Dijeron que si lo hacía serían ellos los que me echarían a mí. Supongo que lo de ser extremista viene de familia.

Puede que a partir de entonces la culpa me invadiera cada vez que entraba a mi habitación, pero por lo menos tenía un escritorio donde sentarme a escribir y un armario lo suficientemente grande para guardar la ropa. Tenía una cantidad considerable ya que soy precavido y me había llevado varias prendas por si pasaba la audición, pero mi hermano prometió que prepararía una caja con el resto de mi ropa y me la enviaría por correo.

La primera vez que me senté en ese escritorio para componer era de noche y mis tíos se acababan de ir a dormir. Mi tío había sacado un flexo polvoriento de una caja que podía usar, y después de pasarle un paño húmedo lo había colocado en una esquina para alumbrarme. Tenía el teclado a un lado listo para tocar y enchufé unos auriculares para no molestar a nadie. Por último, con el poco dinero que me quedaba en la cartera había ido a una papelería y me había comprado una libreta nueva.

¿No dicen que un corte de pelo te ayuda a superar una fase de tu vida? Bueno, esto era parecido. Mi vieja libreta contenía todas las canciones que había compuesto a lo largo de los años, pero no quería que nadie las viera. Quizá con una nueva podía dejar eso atrás... y con suerte empezar a escribir canciones que valieran la pena, o como mínimo que una banda pudiera tocar.

Me había quedado el bolígrafo de Flavio sin darme cuenta, pero no pensaba decírselo. Lo tomé porque no tenía ningún otro y abrí la libreta por la primera página.

Un folio en blanco es el mayor miedo de un escritor o compositor. Yo no me consideraba nada de eso, pero me resultaba fácil desparramar en el papel mis pensamientos y sentimientos más profundos en forma de palabras y versos. Sin embargo, el reto de estas nuevas canciones era escribir algo más desenfadado y no tan emocional. Puede que en algún momento cantáramos alguna balada, pero primero debíamos entretener y hacer bailar a la gente.

Pensé en qué tema tratar, pero el abanico de posibilidades era tan amplio que me abrumé enseguida. Opté por no complicarme demasiado y escribir sobre lo primero que se me viniera a la cabeza. Para no pensar en ello empecé a tocar el piano y probar distintas notas.

Muchas veces en las películas y las series las bandas hacen una primera canción espectacular. La letra es muy significativa y describe lo mucho que les queda por recorrer. En nuestro caso, empezamos con una canción de mierda. Porque sí, lo único que se me ocurrió fue recurrir al tema más común en la música: el desamor. Y no digo que sea una mierda por tratar de eso, sino porque todavía era inexperto y no salió como quería. Pero recién empezábamos, y estaba bien para salir del paso.

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