Capítulo 25

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Afra Tuedelaff

Me desperté un poco perdida, estoy durmiendo en el balcón, Exel me tiene entre sus brazos.

Me pareció muy lindo su gesto, esas galletas estaban deliciosas.

Me fascinó el sexo con él. Porque sabe balancear el placer y el dolor. No tiene esa necesidad de ser tan agresivo para darme placer. Al principio me asustó su tamaño, nunca en mi vida he visto un miembro tan grande. Pasé dificultad para insertarlo, pero no fue imposible. Nunca pensé que una mordida fuese tan exitante.

Me senté y miré hacia abajo. Mis ojos se iluminaron al ver algo tan hermoso.

Había un acantilado, más adelante estaba el mar color azul intenso de olas intranquila. Estaba despejado, no había nubes. Me quedé embobada viendo como salían los dos soles, es el amanecer más hermoso que he visto en mi vida. Ya entiendo porque el viento siempre huele a sal.

—Exel—lo moví para despertarlo. Está despeinado, tiene un moño desorganizado, el cabello se ve azulado—Exel despierta—volví a moverlo y se despertó con un respingo.

—¿Te pasó algo? ¿Estás bien?—se alarmó.

—Estoy bien—se sentó mirándome—. Mira eso—señalé el horizonte.

A mi lado derecho se veía la montaña que nos separa del pueblo. Adelante y a la izquierda solo se ve el mar.

—¿No es lindo?—cuando me volteo él, me está mirando fijamente—. ¿No lo estás observando?

—Tú eres más linda—depositó un beso en mi mejilla.

Pegó su pecho a mi espalda y me abrazó por la cintura. Dió un beso en mi hombro y después dejó reposar su cabeza en él.

Soltó un suspiro.

Me quedé observando el amanecer. El mar estaba intranquilo. ¿Qué se sentirá ser una sirena? Es algo raro. ¿Dentro del agua se respira? ¿Respiran agua? Estoy pensando cosas tontas.

—Exel—lo llamé.

—Mmm...

—¿Te sucede algo?—me volteo hacia él.

Su mirada apagada, su cuerpo tenso, no me miraba los ojos.

—¿Pasa algo?—lo sujeté de la mandíbula.

Los últimos días me decía que quería hacer, que pensaba, que sentía. Ahora no me quiere mirar.

—No pasa nada—intentó levantarse pero lo detuve.

—Si pasa algo—fruncí el ceño—. Estás...

—Que no pasa nada—habló con brusquedad, se levantó apresurado y entró en la habitación.

Aparté la mirada. Es obvio que sucede algo. Él no me estaba tratando así antes. ¿Se habrá arrepentido de estar conmigo? ¿No quiere tener una relación? ¿Hice algo mal?

Entré a la habitación buscándolo. Me dirigí a la habitación de ropas, la puerta estaba abierta.

—Exel—lo llamé. Se estaba colocándose una camisa oscura.

—¿Qué?—espetó.

—¿Qué sucede? ¿Por qué me tratas de esta forma?—pregunté en buen tono.

—Te dije que no pasa nada—salió huyendo de la conversación. Lo perseguí volviendo a  la habitación.

—No me evites—lo agarré del brazo—Las parejas se comunican y se cuentan las cosas.

El corazón del villano [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora